domingo, 28 de noviembre de 2021

Los cuellos de botella

 

Comencemos, como es obvio, por el principio: ¿Qué es un “cuello de botella”? Es, simplemente, algo que ralentiza el movimiento normal de un proceso o que, incluso, lo paraliza. Cuando todos queremos salir de un espectáculo a la vez, las puertas crean un “cuello de botella”; cuando hay un accidente u obras en la carretera se forma un “cuello de botella”; cuando en Navidades el correo tarda más de lo normal es porque se ha creado un “cuello de botella”, al haber aumentado de pronto el volumen de envíos, lo mismo que sucede en las carreteras cuando hay una salida masiva por ser puente o principio de vacaciones.

Estos días se está hablando mucho de los “cuellos de botella” que se están formando en el comercio mundial: no hay suficientes contenedores y barcos para transportar los productos salidos de las fábricas y talleres; no hay suficientes chips para poder fabricar desde ordenadores hasta coches, pasando por aspiradoras o básculas de cocina, y, por tanto, hay que esperar hasta recibir el pedido o, sencillamente, no hay lo que has solicitado. Las consecuencias ya las estamos sufriendo: escasez de productos y aumento desbocado de los precios.

Pero, ¿por qué está pasando de repente todo esto?

La crisis financiera de 2008 y la actual pandemia hicieron descender la demanda de bienes y servicios ¾pensemos en la caída brutal de los viajes, del turismo, los confinamientos, etc.¾, lo que supuso tanto una caída de los precios ¾la oferta era mayor que la demanda en casi todos los productos¾ como un aumento del ahorro de las familias ¾no había en qué gastar y por miedo al futuro¾. Ahora, sobre todo con la vacunación masiva, se está produciendo una reactivación repentina de la economía, al menos de forma temporal, y todos nos hemos lanzado a recuperar el tiempo perdido aumentado brutalmente respecto a hace un año la demanda de bienes y servicios  ¾por ejemplo, todos estamos deseando viajar¾  con lo que se ha dado la “vuelta a la tortilla”. Una demanda que la oferta de producción no es capaz de atender, teniendo en cuenta que muchas empresas se han quedado en el camino. Es decir, la dificultad de la oferta para atender a la demanda en ciertos sectores y ramas está generando unos “cuellos de botella” (cualquier factor que limita la producción o un proceso concreto que ralentiza otro proceso) que se han terminado expandiendo a gran parte de la cadena de suministro y producción global, siendo un buen ejemplo la escasez de chips o la de contenedores para barcos de mercancías. Dos bienes concretos en los que nadie se para a pensar en condiciones normales, pero que si escasean pueden generar “cuellos de botella” en industrias enteras o atascar el comercio internacional, penalizando la actividad económica en su conjunto.

A medida que la recuperación mundial gana terreno, la demanda de materias primas, energía y servicios logísticos ¾transporte y almacenamiento¾ ha superado la oferta disponible, lo que ha provocado precios crecientes con altibajos, además de retrasos en las entregas. Los desajustes resultantes han puesto a las cadenas de suministro bajo presión, provocando “cuellos de botella” que surgen cuando la demanda de un bien de producción ¾chips, determinados minerales, etc. ¾ excede repentina y significativamente la cantidad máxima que se puede entregar a las cadenas de producción ¾de automóviles, teléfonos móviles o muebles, por ejemplo¾.

Pero la demanda actual no es hacia los mismos bienes y servicios que antes de la pandemia; esto ha creado un desajuste más, que en una economía globalizada afecta a toda la economía del mundo en mayor o menor medida; por ejemplo, al mantenerse las restricciones de turismo, espectáculos u hostelería en niveles elevados, el consumo se orientó principalmente a la demanda de bienes. En EEUU el consumo de bienes se ha situado en 2021 un 30% por encima de los niveles precovid; este vuelco excepcional, súbito y prácticamente inédito en la demanda de bienes, se produjo en paralelo a una capacidad productiva disminuida ¾cierre de empresas¾ a lo largo de 2020; también por la incertidumbre de la pandemia, lógicamente. Se puede decir que la demanda ha pillado a la oferta a pie cambiado y de ahí los “cuellos de botella”.

Evidentemente, la capacidad productiva se está recuperando, pero las industrias no se pueden poner en marcha de la noche a la mañana ni los empleados despedidos vuelven todos a sus antiguos puestos de trabajo ¾en muchos casos especializados y con malas condiciones laborales, como sucede con los camioneros, por ejemplo¾. Como resultado, los aumentos repentinos en la demanda de productos manufacturados pueden formar rápidamente esos “cuellos de botella”, como ha ocurrido con los microchips y otros tantos productos, lo que lleva a su aumento de precio.

Otro elemento que aumenta estos efectos son las intrincadas redes de producción y logística que existen desde que los proveedores comienzan a enviar suministros a las fábricas hasta que el producto terminado llega a nuestras manos. La cadena tiene cada eslabón en una parte diferente del mundo por lo que la formación de “cuellos de botella” es mucho más fácil que si entre la materia prima y el producto final hubiera muy poco recorrido

¿Qué impacto tendrá en la economía?

Como se ha señalado anteriormente, los cuellos de botella reducen la actividad económica al entorpecer la cadena mundial de producción, almacenamiento y transporte. Se calcula que una contracción del 10% en la producción mundial de chips semiconductores reduciría la producción mundial en aproximadamente un 0,2%. El impacto será diferente para cada economía dependiendo de la exposición de su industria a estos chips; por ejemplo, esa escasez de chips podría reducir la producción de automóviles en 2021 en 7,7 millones de unidades. Para Alemania esto podría suponer el equivalente al 0,5% del PIB. No obstante, hoy los “cuellos de botella” afectan a varias industrias y sectores (chips, materias primas, materiales de construcción, maquinaria...), por lo que el impacto en la producción vendrá por varios frentes.

Ahora la gran cuestión es saber cuánto durarán estos límites que está sufriendo la producción de bienes. Por un lado se observa más fluidez en el transporte marítimo, lo que estaría comenzando a desatascar los puertos y reduciendo el precio de los fletes. Esto sin duda aliviará la situación y reducirá la presión sobre la inflación, pero por otro lado, la falta de chips y otros componentes sigue siendo intensa y tiene poco que ver con los problemas en el transporte marítimo y más se debe a la situación interna de la economía china (tema que excede el objetivo de este artículo). Sin duda, poco a poco, la producción aumentará, aunque la falta de mano de obra crea otro “cuello de botella”, y, finalmente, se espera que la demanda disminuya a niveles precovid, con lo que los precios se irían estabilizando. Así, y con todas estas previsiones e incertidumbres sobre la mesa, se confía que para mediados de 2022 las aguas vuelvan a sus cauces, aunque no tenemos que olvidar que otro de los grandes cuellos de botella es la imperiosa necesidad de disminuir drásticamente las emisiones de CO2, así que mejor no hacer excesivas predicciones.

 

Donostia, noviembre/2021

Carlos Ortigosa

Adaptación libre del artículo “Por qué surgen los cuellos de botella y cómo están afectando a la economía de España” de Vicente Nieves publicado en “eleconomista.es” (23/11/2021)

FotoContenedores apilados en la cubierta de un carguero mientras se dirige hacia el puerto de Nueva York en la Ciudad de Nueva York (EEUU)




Poesía de las tierras castellanas.