DIÓGENES LAERCIO.

 

 

 Importante historiador griego de filosofía clásica, que se cree que vivió durante el reinado de Alejandro Severo.¹​ Se lo considera un gran doxógrafo, esto es, un autor que, sin una filosofía propia, recoge por escrito la biografía, las vicisitudes, las anécdotas, las opiniones (dóxai) y las teorías de otros, a los que considera ilustres.

 

Buenas fotos .

 Montse nos ofrece visualizar sus bonitas fotos.

Sesión de cine-forum.

 El puente. Escelente película , un alegato contra la guerra.

DIÉ BRÜCKE. 1959  Director: Bemhard Wicki. Alemán. Encarcelado en un campo de concentración por no seguir las directrices del Régimen nacionalsocialista.

EL PUENTE: Alegato antibélico basado en la novela de Manfred Gregor.

1945. Finales de la segunda guerra mundial. Un grupo de siete adolescentes son movilizados por la maquinaria de guerra alemana en un contexto de escasez de soldados a los que se encomienda proteger con su vida un puente estratégico frente a los enemigos de Alemania. Los siete jóvenes saben porque se lo han imbuido, que su patria está en serio peligro de ser invadida. Ellos creen ser los elegidos para salvarla. Sienten que son lo suficientemente adultos y que van a emprender una misión reservada solo a los héroes. Han aprendido e idealizado las hazañas de sus antepasados. Están adoctrinados en la idea de la Patria por encima de la propia vida. Su inconsciencia e ignorancia les encamina a hacerles creer que pueden derrotar al enemigo. No son conscientes que están siendo utilizados como si se tratara de un juego. Un juego de mayores. Ellos se sienten mayores. Nunca han disparado. Desconocen lo que es el armamento de guerra. Luego, más tarde lo conocerán y verán sangre, mucha sangre, lo sufrirán en sus propias carnes, se asustarán y sentirán el escalofrío del miedo. Ese temblor aterrador que penetra en el cuerpo cuando oye una traca ininterrumpida de disparos. Se darán cuenta que las armas contra las que no pueden combatir son las que les pueden matar. Ellos que tenían toda una vida por delante comienzan a tomar conciencia real de lo efímera en que se puede convertir. Ven morir, muerte violenta y verdadera. Desgarradora. No la muerte de las películas y la de las fantasías con las que jugaban siendo chiquillos adolescentes. Serán conscientes del miedo que va del juego de las fantasías hasta el mundo real sinsentido y sinrazón que hace pasar de la vida a la muerte en segundos. En el fondo se van a dar cuenta que no van a ser más que presas y víctimas utilizadas sin piedad, sin la mínima razón, solo la del mundo de locura en que habían caído los gerifaltes que organizaron semejante debacle. Seis morirán  sin haber vivido y el séptimo ya no querrá vivir. Críos que en su infantilismo creyeron poder enfrentarse y vencer a los tanques y aviones de los enemigos.

Es una muestra de lo bajo y ruin e inmoral en la que tropiezan los poderosos cuando están siendo derrotados pero no lo admiten y no tienen el mínimo pudor en seguir seduciendo a sus gentes hacia el desastre y la destrucción. Es el eterno problema humano para saber cuándo se es inferior. Saber cuándo se es derrotado. Aunque es posible que a título individual se pueda admitir y reconocer, si se trata del grupo, pueblo o conjunto social es prácticamente imposible llegar a reconocerlo y admitirlo para detener el sufrimiento y la aniquilación. Es preferible la masacre a la cobardía que suponga la rendición.

Y por lo que hemos ido conociendo después se han seguido produciendo guerras como demostración de poder. Y las que vendrán. Porque se sabe quién tropieza una y otra vez en la misma piedra: nosotros, los “humanos”.

Gregorio Dorfmeister: Escribió la novela DIÉ BRÜCKE. Tenía dieciséis años en 1945 y era miembro de un grupo militar en su región natal. Participó en la defensa de dos puentes contra el avance de los tanques estadounidenses. Ver a uno de los miembros de la tripulación del tanque herido le causó tal horror, le pareció  tan “terrible” que se convirtió en pacifista. Siete de los ocho de sus jóvenes compañeros de combate alemanes también murieron en las batallas del día antes de que la ciudad cayera. Murió en Bad Tölz en 2018.

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