jueves, 27 de abril de 2023

Ermita de San Lorenzo. Elgoibar

La ermita de San Lorenzo, también llamada San Llabente oSanllobente, se encuentra en el valle formado por las cumbres de Muneta y Azcárate en las cercanías de Elgoibar. Para llegar, existe en la carretera hacia Azkoitia por Azcárate una señal que lleva al barrio y a la que demominan “ilbide eta burdibide”. Al conjunto de estas casas y caseríos se le denominaba “barrio de ermuaran” y al río que lo cruza “San Lorenzo errekia”. Sin embargo, estas acepciones han evolucionado siendo hoy día la propia ermita quien da nombre a todo el valle.

La primera referencia conocida procede de un documento de 1479, según el cual el Señor de Carquizano efectúa en su testamento algunas mandas o donaciones para la ermita de “Sallobente”. Murugarren señala 1503 como el año del primer documento escrito a la vista de la documentación de los Libros Parroquiales.En el primer libro de protocolos de Elgoibar del Archivo de Protocolos de Oñate que data de 1517, Isabela de Muguerza, hace testamento y entre sus mandatos dice: “Item. para la Iglesia de Sant Lorente un ducado”.En 1569 muere la serora Domenja de Garagarza, siendo enterrada en el mismo templo. También en los libros de finados figura un asiento que señala “el miércoles 11 de mayo del año 1574 murió Maria de Zuloeta, freilla de Sant Llorente, no testo y enterrose en el monasterio de San Francisco y dos días después, murió Maria Joanes de Zigon, que a su vez era serora de la misma ermita de San Lorenzo, siendo esta sin embargo enterrada en la iglesia parroquial de San Bartolomé de Olaso”. En 1596 muere la serora Isabel de Garagarza, en 1606 fenece María Juaristi y tres años después Marta de Iriarte. Lope Martínez de Isasti también la cita en 1625 bajo el nombre de San Llorente.

 

 

Koldo Lizarralde señala que en 1685 la ermita fue escenario de un lamentable incidente motivado por la secular lucha entre los curas de la parroquia y los franciscanos por llevarse los derechos de enterramiento de los vecinos. Por voluntad del viudo de AgataGuelasoro se rezó un responso de cuerpo presente en su interior, lo que el cabildo consideró muy perjudicial para sus intereses pues el cadáver “pertenecía” a los franciscanos y éstos no tenían derecho a entrarlo en una ermita del cabildo. El viudo fue multado y se confirmó la potestad del cabildo sobre las ermitas de la villa”

En 1820 ante la posibilidad de que la política de desamortización acabase con el convento de San Francisco, un grupo de hombres se reúnen en la ermita de San Lorenzo y redactan un documento dirigido al Jefe Político de Guipuzcoa mostrando el buen servicio que daban los franciscanos al atender a los feligreses del barrio de San Lorenzo, núcleo apartado de unas 500 personas celebrando en la ermita una misa los domingos y fiestas de guardar a la que acudían “todos los labradores de la comarca”. Caso de disolverse el convento muchos vecinos temían no poder desplazarse hasta la parroquia, y en consecuencia, faltasen a sus deberes religiosos con grave riesgo para la salvación de sus almas. Pasaron algunos años, pero finalmente nadie pudo evitar que el 16 de diciembre de 1840, el presidente de la Junta de Enajenación de la provincia comunicara su cierre definitivo.

En 1869 se celebraban “según costumbre” tres misas por las que se pagaron 25 reales: la primera el día de la invención de la Santa Cruz (8 reales), luego el día de San Esteban (9 reales) y la tercera el día de Santa Isabel por la que pagaban 8 reales.

El 10 de agosto, día de San Lorenzo y antes de dar comienzo la misa mayor a las diez y media de la mañana, se echaban los “mielos” (una especie de hierbas) marcando el camino que recorrería la procesión que comenzaba antes de la celebración de la misa. El santo iba portado a mano por cuatro personas yendo delante los monaguillos con la cruz alta y un cirial; luego iba el sacerdote con alba blanca y misal; detrás del Santo los vecinos del barrio portando varios de ellos velas encendidas. El recorrido se hacía dando la vuelta a la ermita en sentido de las agujas del reloj y entrando en ella, comenzaba la misa mayor. Para el sermón de esta misa, antes el mayordomo contrataba a un cura o fraile para que la diese, normalmente franciscano o jesuita y no era natural del pueblo. En la actualidad el sermón lo dice el mismo sacerdote que celebra la misa y pertenece a la parroquia del pueblo. Una vez finalizada señala al nuevo mayordomo que realizará esta labor durante un año. Luego sube al altar un bersolari y canta versos relacionados con la fiesta y el Santo. Finalizada la función dentro de la iglesia, los dantzaris bailan un aurresku en el pórtico de la iglesia al son del txistu y tamboril sin que bailen a la imagen. Al día siguiente hay misa por los difuntos del barrio. Ese día se hacían rosquillas en el caserío San Lorenzo.No hay cofradías. Lo que sí existe en el lugar, donde antes se hallaba la escuela del barrio y desde 1972, una sociedad a la que pertenecen los vecinos del barrio llamada “Sociedad San Lorenzo o Sallobente” es la encargada de preparar la celebración de los días de fiesta en conmemoración a San Lorenzo.

La ermita es un edificio de planta rectangular orientado al E y tejado a dos aguas. Pórtico cerrado alrededor del testero y pared derecha, Sus medidas exteriores máximas son: 22 m de largo y 10 m de ancho. Tras el presbiterio está la sacristía. Sobre la fachada se abre la entrada flanqueada por aguabenditeras y a la altura del coro una ventana. En el muro izquierdo cuatro ventanas más y dos aspilleras. La espadaña sobre el hastial es de obra con tejadillo a dos aguas. La puerta de entrada madera, la cual tiene una ranura y un cajón interior con llave, donde se depositan las limosnas. Actualmente se le ha hecho a la puerta una mirilla para que de este modo se pueda ver desde fuera interiormente la ermita. A la entrada un escalón de piedra y cuatro pilares de madera, teniendo uno de los pilares del lado derecho, una aguabenditera y una placa redonda con un JHS en el centro y una cruz grabada. Estos pilares y otro más, sujetan el coro que se encuentra a lo largo de la fachada principal por dentro de esta y enteramente de madera, con una barandilla también de madera, junto a la fachada izquierda y a la barandilla, también de madera, un armonium. Este coro tiene una escalera de acceso y desde éste, al campanario, por medio de otra escalera de madera, hay un reloj y dos campanas; una grande y otra más pequeña. En el borde superior de la grande, se lee “ermita de san Lorenzo año 1899” y bajo el texto una cruz y el nombre del fabricante “Ignacio Murua. Vitoria”. Más abajo una cruz con adornos en los bordes sobre cuatro escalinatas, en el interior de la cruz y en cada una, estrellas de seis puntas. La campana grande es de volteo, dejándola fija por medio de un anclaje para que golpee sobre ella el martillo del reloj. En la pequeña, usada habitualmente para llamar a misa, se lee "IHS MARIA JOSE AÑO 1820 (no consta el fabricante).

Una de las utilizaciones que hacían de las campanas era anunciar a todos los vecinos que uno de ellos se encontraba agonizando. Un familiar se lo comunicaba al sacristán, este se dirigía a la ermita y desde la iglesia tirando de las cuerdas, daba tres golpes con la campana grande, uno con la pequeña y el toque lo repetía tres veces. Ya no se realiza. Al fallecer, el sacristán también tocaba pero sólo con la campana grande dando nueve golpes espaciados tanto fuera hombre o mujer. Actualmente este toque se sigue realizando si lo desea la familia. En ocasiones es la serora quien lo realiza o los propios familiares quienes tocan “a muerto (“ilkanpaia”). Cuando se hacía el entierro, la comitiva fúnebre se dirigía hacia la parroquia y si en este recorrido pasaban por el “ilbidea” junto a la ermita, tocaban las campanas hasta que la comitiva desaparecía dando un toque con la campana grande, un pequeño espacio de tiempo y otro con la campana pequeña y así sucesivamente. No obstante cuando la comitiva fúnebre pasaba junto a la ermita, hacían una parada, dejaban el féretro encima de una mesa que sacaban para la ocasión, se rezaba un “paterNoster” y continuaban de nuevo por el “ilbidea” llevándolo en “andas”.

En la iglesia hay un pasillo centralhecho a base de losas de piedra que llega hasta el altar y al que se accede por medio de tres escalinatas. A ambos lados delpasillo, bancos corridos. Había un púlpito en la fachada de la izquierda que al remodelarla ha desaparecido. Al quitarlo se encontró una moneda acuñada entre 1600 y 1620. Resellada en época de Felipe IV 1621-1665 con posible resello entre 1652 y 1659.

 

 

Sobre las imágenes de San Lorenzo, Luis Pedro Peña Santiago, hace esta descripción: “En la ermita se conservan tres altares: el de San Lorenzo, San Isidro y la Purísima. Muchos años atrás, en el actual altar de San Isidro, había colocada una talla de San Esteban, de aspecto muy arcaico. También debió quedarse en este templo una imagen posiblemente gótica de Santa Isabel. Estas dos figuras se vendieron un día. La más antigua de las tres imágenes de San Lorenzo que se conservan en la ermita es la que se saca en procesión el 10 de agosto”

En el transcurso de las obras de restauración iniciadas en 1991 salieron a la luz tras los altares varias pinturas murales que estaban aplicadas en capas superpuestas. De ellas, la más antigua correspondía a la época medieval. A la vista de su interés, los restauradores junto con miembros del taller de restauración Arteleku, arrancaron las diferentes capas para reintegrarlas una vez finalizadas las obras. La más antigua presenta un dibujo ajedrezado en tonos grises y negros; le sigue cronológicamente una pintura de color rojizo datada en la fase final del Renacimiento, es decir, en torno a 1600; y por último, el estrato pictórico más moderno con elementos ornamentales barrocos y pintados en tonos ocres, rojizos y azules que fue realizado en el siglo XIX. Todas estas pinturas murales estaban ocultas bajo el último revoco de cal. Estimándose conveniente mejorar física y compositivamente la pared que iba a dar soporte a las pinturas murales la Diputación concedió una ayuda económica de 2.000.000 de ptas.

Los ritos de la ermita se vinculan con la eliminación de verrugas. Hay que frotar las afecciones cutáneas con una moneda que luego se deposita en el cajón de limosnas. La moneda tiene que haberse recibido de una persona con la que no se tiene ningún vínculo de sangre. También puede hacerse desaparecer ganglios y bultos. Koldo Lizarralde recoge casos de mujeres que acudieron a San Lorenzo en busca de ayuda. «Las mujeres se acercan a la puerta y echan un donativo, aunque éstas no se frotan los bultos con las monedas». Otro está vinculado al día de San Juan y la protección contra las tormentas. Ese día los vecinos bendecían 'txortas' o ramos hechos con espigas de trigo, maíz, ramas de ciruelo, cerezas, manzanas de San Juan y flores además de hojas de menta que luego utilizaban como protección contra las tormentas, arrojando parte de él al fuego cuando veían que se acercaba alguna. También se hacen promesas al santo. Son de carácter privado realizándose en la soledad del recinto religioso. Abandonada la iglesia solían aparecer encima del altar velas e incluso clavos para utilizarse en futuros arreglos de la ermita.

 

En época de sequía se llevaba la imagen de San Lorenzo hasta la parroquia de San Bartolomé rezando letanías donde permanecía ocho días, de domingo a domingo. Cumplido el plazo la recogían en procesión hasta la ermita lo que provocaba durante el recorrido no pocas burlas por parte de los vecinos. San Lorenzo-zarra siempre ha correspondido a la devoción de los elgoiebarreses y la lluvia nunca se ha demorado, ni aun en los momentos de mayor apuro. Lo único que dicen es que a veces, no saben si por pedir tanto o porque se le va un poco la mano al Santo, la cosa es que cuando empieza a llover, no para. De ahí el refrán popular en toda la comarca respecto a la imagen “San llabente, regaderianbatian, tabestianparrillean” (San Lorenzo, la regadera en una mano y la parrilla en la otra).

El día de San Isidro se celebraba misa sin procesión, ni bendición. Se bajaba la imagen para que se celebrara este día en la parroquia, la misa y las bendiciones. En la celebración de 1907, se gastaron 20 pesetas como pago de los almuerzos del organista, tamborileros, cantores y los cohetes que se quemaron. Actualmente no se hace ninguna celebración en este día, ni siquiera misa.

La tradición popular dice que la Virgen bajó de Arrate a San Lorenzo dando saltos apareciendo la imagen que hoy todavía se venera. Para llegar a la ermita, se dice que la primera pisada estaba marcada en una roca del muro del río que se encontraba junto a la ermita de la Magdalena;la segunda aparece junto al caserío Toletxe (transformado actualmente en vivienda). En 1964, los libros de cuentas recogen por primera vez el pago de una misa celebrada el día de la Virgen de Arrate. El domingo siguiente, 8 de setiembre, se hacía misa en la ermita y en la hornacina con la Virgen de Arrate que se encuentra en el camino hacia la ermita cerca del molino Guelatxo. Se adornaba con flores. Acabada la misa bajaban al molino y se hacía dos días de romería. Esta fiesta estuvo perdida unos cuatro años, volviéndose a recuperar hace unos cinco años.Se hace el día 8 de setiembre junto a la imagen que se halla al borde de la carretera.

 

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