jueves, 13 de enero de 2022

QUIÉN ES MÁS EL INTELECTO O LOS SENTIDOS.

 "Pobre intelecto, pretendes vencernos a nosotros que somos las fuentes de tus evidencias, tu victoria será tu derrota."

Del libro PITÁGORAS.

de Victor Gómez Pin.

miércoles, 12 de enero de 2022

Ermita de Santa Ana. Legorreta

 

A la entrada del camino hacia Icazteguieta, a unos 200 metros de la parroquia y subiendo unos escalones de cemento hacia las casas de Koate y Goiko-etxea, muy próxima a la mansión del linaje de Oriar que conserva una fachada con grandioso escudo y balcones ferrados, junto a ella, se encuentra nuestra ermita de Santa Ana.

Cuenta una antigua tradición que la Virgen se apareció a una doncella junto al riachuelo y le pidió que, en su memoria, se elevara allí una ermita. Lope de Isasti en su Compendio de 1625 cita que en Legorreta se encuentra la ermita de “Nuestra Señora, hermita devota junto a la casa de Oriar, actualmente llamada de Santa Ana”. Se encuentra efectivamente junto a esa antigua casa-solar. Sin embargo una inscripción que figura en el retablo de la propia ermita señala 1584 como la fecha de terminación del retablo lo que indica que el templo se encontraba ejecutado y terminado algunos años antes.

 

Durante años permaneció en ruinas hasta que fue reedificada entrando como nueva serora el 6 de abril de 1708 Antonia Garín quien ofrece una dote de 40 ducados. El derecho no lo ejerció por lo que el 28 de abril de 1709, los regidores municipales como patronos de la ermita nombran como serora a Antonia de Goicoa. En 1785 habiendo fallecido la serora Angela de Garín se nombra a María Theresa de Ugarte, a la que se entrega el censo de propiedades que debería custodiar. Se realiza un inventario de bienes con el siguiente contenido: “un cáliz de plata con copa dorada por la parte interior; tres tafetanes de sobrecáliz, encarnado, blanco y morado; una bolsa con sus corporales; dos misales el mayor nuevo y el menor viejo: dos casullas una de Damasco blanco y otra de diferente tela encarnada y más otra casulla morada; dos albas, la una nueva y la otra usada; cinco sabanas de sobre altar, las tres con encajes y las otras dos sin ellos; una manta de semipatena labrada que se esparce delante del Altar la Semana Santa; tres pañitos de lavabo; cinco toallas o paño de manos, las tres con encajes y las otras dos sin ellos; una almohada; cuatro frontales uno de Damasco morado, otro de raso verde, otro de holandilla labrada y el cuarto blanco muy usado; cuatro delantales que se ponen a la imagen de la Virgen, una de tapiz, otro de Damasco verde, otro de Damasco encarnado y el cuarto de seda fondo blanco; dos cueros de color encarnado para sobre altar y debajo de los candeleros; un sacris y atril de sobre altar y una cruz de altar; dos estampas con pinturas de la Virgen; una Cruz de madera con efigie de Santo Cristo; dos candeleros de bronce y otros dos de hoja de lata; una lámpara pequeña de plata y otra de estaño y dos lamparillas de vidrio; una canastilla de guardar vinajeras con un par de ellas de vidrio; un plato de estaño y un jarro de Talavera de cabida de un cuartillo; un armario nuevo con dos puertas cerrajas y llaves y con un cajón grande que contiene dos tiradores también con cerraja y llave; una mesa pequeña y vieja con cuatro pies y su armazón; cuatro asientos de madera gruesa con sus respaldos que sirven para estar sentados los hombres en ambos lados de la ermita y una arquita pequeña y vieja para guardar la vasija de aceite”.En 1862, Pablo Gorosábel señala que “en su territorio hay cuatro ermitas que son las tituladas San Miguel, Santa Ana, Nuestra Señora de Guadalupe y Santa Marina, de las que las dos primeras son de la villa y las otras dos, propiedad de particulares”.En 1945 algunos vecinos por su cuenta arreglan el acceso a la ermita siendo el Ayuntamiento quien pone los materiales.

El edificio tiene planta ligeramente trapezoidal siendo sus medidas exteriores de 9,4 x 8 metros. Está cubierto con un tejado a tres aguas. Se entra por una puerta de arco rebajado situada bajo un pequeño cobertizo y flanqueada por dos pilas para agua bendita. En su interior, repintado en forma polícroma, hay un altar del siglo XVI, con la imagen de Santa Ana, de talla muy estilizada y muy estimable por su crecido valor artístico. Lo completan unos paneles con pinturas que representan a Santa Catalina y Santa Marina, y lo corona una pequeña imagen de la Virgen, formando un remate sobre el nicho donde está la Santa titular de la ermita.Al pie de la Santa titular se conserva esta inscripción “Este retablo izieron las dos hermanas seroras de Goikoetxea a onor y reberencia de Dios y de (la) Señora Santa Ana, a su coste y misión acabose año 1584”.

 

Fr Pedro de Anasagasti realiza la siguiente descripción de la imagen “Es Maria Reina: en su mano derecha ostenta un globo, sobre su cabeza una corona esculpida con la imagen. De tez morena, rostro sonrosado y redondo, mejillas abundosas de sana campesina, cabellos oscuros. Desde la base misma de la corona parte el manto que atraviesa su cuerpo con la holgura de una clámide romana para ser recogido elegantemente en su brazo izquierdo. El manto es dorado, con una amplia faja lila; también es dorada la túnica, que se adhiere al organismo sin resaltar excesivamente su anatomía. Maria sonríe generosamente: su porte es acogedor, bondadoso.Muy interesante el Niño. Fuertemente influenciado por el arte bizantino. Se sienta un poco desequilibradamente, ya que mientras su parte derecha adquiere seguridad, asoma pícaramente su pie izquierdo en un ágil escarceo. Lleva un libro abierto, en el que fija absolutamente su atención mientras eleva su mano derecha en actitud del doctor que ejerce su ministerio. Rostro moreno, facciones de adolescente. Seriedad y majestad endulzadas, con una sonrisa justamente iniciada. Sus facciones son armónicas. Está sentado sobre el brazo izquierdo de su Madre, pero nada menos que a altura del pecho materno”

En su obra “Prácticas de medicina popular en ermitas” Gurutzi Aguirreseñala que “en Gipuzcoa, la figura de Santa Ana siempre ha estado unida a las mujeres embarazadas para solicitar un buen parto. Y así, en distintas comarcas de Gipuzkoa las mujeres embarazadas acudían a Santa AguedaenVidania. Santa Ana en Legorreta, Ntra. Sra. del Sagrario enLizartza, Ntra. Sra. de la Antigua enAnzuola, San Román de Aginaga en Eibar y Ntra. Sra. de Urrategi en Azkotia.

Ante la talla de Santa Ana siempre brilla la luz de una lamparilla. El aceite que arde es fruto de una donación de personas devotas de Legorreta y su entorno para pedir a Santa Ana su intercesión en las cosas difíciles y, de forma especial, cuando esperan un hijo. Acuden a ella, dejan una vela y elevan una oración, rito que es frecuente realizarlo varias veces durante la duración del embarazo. También es frecuente la ofrenda de misas en acción de gracias y cumplimiento de promesa. Son tradicionales las misas del día de San Marcos, la de las Rogativas de la Ascensión y Santa Ana el 26 de julio aunque algunas de ellas dejaron de celebrarse hacia 1976

 Y desde entonces hasta hoy nunca se ha interrumpido la devoción de las gentes de Legorreta quienes acuden a pedirle a Santa Ana su protección en las cosas difíciles especialmente cuando esperan un hijo. Y a esa inextinguida devoción se debe el que nunca falte aceite para alimentar la llama de la lamparita que arde permanentemente ante la imagen de la Santa.

 

BIBLIOGRAFIA

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