domingo, 9 de diciembre de 2018

“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”.


Oda a los estudiantes fantasiosos

“A Cajal le gustaban los alumnos que habían sido como él, indisciplinados, románticos, inquietos, críticos, polifacéticos”, apuntan los autores de la nueva biografía. El propio investigador lo plasmó en su libro Los tónicos de la voluntad, publicado en 1899. “Harto más merecedores de predilección para el maestro avisado serán aquellos discípulos un tanto indómitos, desdeñosos de los primeros lugares, insensibles al estímulo de la vanidad, que, dotados de rica e inquieta fantasía, gastan el sobrante de su actividad en la literatura, el dibujo, la filosofía y todos los deportes del espíritu y del cuerpo. Para quien los sigue de lejos, parece como que se dispersan y se disipan, cuando, en realidad, se encauzan y fortalecen”, opinaba Cajal.
En sus memorias, recordaba su propia etapa como estudiante: “Mi cuerpo ocupaba un lugar en las aulas, pero mi alma vagaba continuamente por los espacios imaginarios. En vano los enérgicos apóstrofes del profesor, acompañados de algún furibundo correazo, me llamaban a la realidad”.
 

Las mariposas de la mente.