viernes, 25 de mayo de 2018

Nuestras Ermitas. Ermita de San Blas (Antigua Ntra. Sra. de Yurreamendi)



La ermita de San Blas de Tolosa, anteriormente denominada Nuestra Señora de Yurre, es quizás una de las más antiguas de Gipuzkoa. Se sitúa en las laderas de Garmendiola, junto al cementerio, en el antiguo camino a Navarra por Berastegi, a unos 3 km. de la parroquia.

La ermita ubicada en las extensas pertenencias de la casa Yurreamendi donde se veneraba la imagen de la Virgen, fue la primitiva parroquia de todos los contornos e incluso del cementerio, agregándose a la actual de parroquia matriz de Santa María en 1333. José Adriano de Lizarralde, al referirse a Nuestra Señora de Yurre señala “Se la veneraba en la ermita de su nombre desde tiempos que ya no se computan, con toda seguridad antes de la concesión del título de villazgo otorgado a Tolosa el 13 de septiembre de 1256 por el rey Alfonso el Sabio. Primitivamente disfrutó del título de parroquia, título que perdió al afiliarse, hacia 1333, a la parroquia central de Santa María en la misma villa. “Precedió al efecto la oportuna licencia del Ordinario de Pamplona, dada a la solicitud del alcalde, vecinos y cabildo eclesiástico, mediante obligación que por instrumento público otorgado en la misma ciudad de (Pamplona) a 2 de febrero de 1334 contrajo este de poner en dicha Parroquia de Yurre un capellán que celebrase cada día misa por populo. Su compra o adquisición debió comprenderse sin duda en la que hizo la villa del monte del mismo nombre en los años 1348 y 1353. El 18 de noviembre de 1476, el Obispo de Pamplona, personándose en la Villa, autoriza la erección de un altar para el culto a San Blas en la antigua parroquia de Santa Maria de Yurre, deduciendo con elloPablo Gorosábelque“es de suponer que para entonces yahubiese cambiado de nombre, tomando el actual de San Blas en lugar del primitivo de Yurre


 


Cita Antxon Aguirre Sorondo que en 1540, la llamada “ermita de Nuestra Señora de Yurre” disponía de: dos altares, de Nuestra Señora y de San Blas; un cáliz de plata, una cruz de madera, cuatro casullas completas, dos misales, una campana y una casilla para las seroras. Asimismo contaba con 17 camas para enfermos, de modo que también cumplía funciones de hospital. Siendo de patronato municipal, en 1584 el alcalde y regidores entablan pleito contra el vicario y cabildo por incumplir con su obligación de decir misa diariamente en la ermita. Los demandados alegan que no había causa para oficiarla pues “ya no vive nadie alrededor de la ermita, ni se entierran difuntos, ni se pagan diezmos”. Sin embargo, durante el litigio se demostrará que en sus alrededores había 13 caseríos (cuatro vacíos desde hacía un año), que tenía para su servicio dos beatas o seroras y que aún se enterraba en su interior a muchos vecinos de la zona “por devoción”. Así lo aseguran los testigos Manuel de Veruste, quien enterró a su hija y a una hermana, y Juanes de Mirando que hizo otro tanto con sus padres y su mujer. La sentencia será favorable a la villa. De los entierros en la ermita también los cita Lope Martínez de Isasti quien en su “Compendio de 1625” cita “San Blas, hermita antigua, en que se dice misa cada día, y acuden mujeres con ofrendas por haber entierros en ella”

La serora María Domingo de Otamendi hace su testamento el 16 de mayo de 1600 y pide que “se le dé sepultura donde se suelen enterrar las seroras de dicha hermita, se le hagan sus honras y le saquen 12 misas en honor de los apóstoles, cinco más en memoria de las Llagas de Cristo y siete por los Dolores de la Virgen”. María Domingo había entrado de serora hacia 1581 con una de dote de 30 ½ ducados (20 para la ermita y el resto para la parroquia) y al morir, dejó una cama, una caja, ropa blanca y su ropa de serora. A su compañera María de Çabala le deja un censo para que se ocupe de sacar con sus réditos una misa con tres clérigos, todas las festividades de San Roque, “perpetuamente asta la fin del mundo”. En 1753 está de serora Rosa Antonia de Ayestarán.

En 1820 se incendia completamente el edificio junto con la habitación del capellán y la del ermitaño quedando únicamente sus antiguas paredes. Señala Pablo Gorosábel“La ermita de San Blas y su casa habitación contigua fueron así bien abrasadas completamente el día 14 de agosto de 1820. Créese que el incendio procedió de un descuido de una criatura de la casa, que aplicó inocentemente una luz a la paja o helecho que había en la cuadra, si bien no faltó quien opinase que resultó de un rayo que cayó aquella misma tarde en las proximidades de la villa durante la tronada que hubo”. La Villa,como propietaria de la ermita y su casa habitación,aprovecha la situación y reedifica un nuevo templo sobre las antiguas paredes, bendiciéndose solemnemente el 29 de mayo de 1821. Dos años más tarde, los vecinos de la zona piden que se celebre en ella, misa dominical para que los ancianos puedan asistir y los labradores no tengan que abandonar sus labores.

El edificio actual es un conjunto de caserío y ermita, de 21 x 19 metros de las que el templo son 13 x 5 metros. Está orientado al oeste y a su lado izquierdo tiene adosada la sacristía. Delante un precioso atrio con suelo de cantos rodados (uno de los mejores de Gipuzkoa). Esquinales de sillería. Tejado a cuatro aguas. Espadaña en el caballete de hierro forjado con veleta y cruz. En el muro derecho, dos puertas. En la de la derecha el aguabenditera y cuatro ventanas en las paredes del edificio. El interior de piedra sin enlucir. Retablo policromado con dos columnas jónicas de fuste estriado y entablamento decorado con la figura de San Blas presidiéndolo. En el muro derecho, talla de Santa Catalina de Siena y en el izquierdo una cruz. Posee coro.

Existe en el Archivo Municipal, un documento de 1479 donde se señala “Relaciones con las autoridades eclesiásticas: poder otorgado por este Ayuntamiento a favor de D. Juan López de Lara, a celebrar misa diaria en la iglesia de Santa Maria de Yurre (hoy San Blas), conforme está convenido entre ambos cabildos, eclesiástico y municipal”. Documentalmente también se conoce, por lo menos durante el siglo XVIII, la existencia de diversas capellanías que permitían la celebración de misa diaria en la ermita. Sin embargo, la obligación no se cumplió por causas que se desconocen siendo causa y motivo por la que diferentes Obispos de Pamplona despachasen contra el clero parroquial diferentes excomuniones y censuras. La villa siguió pleiteando en la curia eclesiástica de Pamplona, obteniendo ejecutoria favorable el 26 de febrero de 1585.

En 1810 se ordena habilitar una escalera para acceso al coro y tapiar la puerta que la comunicaba con la casa del ermitaño pues bajo ningún pretexto, “podrá éste guardar grano en el coro”. En la ermita se veneraba una reliquia de San Blas hasta que, en el primer tercio del XIX, el obispo prohibió su culto público. Pablo Gorosábel nos habla que en 1853 se iba en solemne procesión desde la villa el día de su onomástica (3 de febrero). En la Villa, se hacían tres días de rogativas al año: un día, desde la parroquia hasta la ermita de San Blas, otro se iba a la ermita de San Esteban y el tercero se procesionaba a San Juan de Arramele. Esta costumbre perduró hasta 1975.

Se celebran misas por la Candelaria y San Blas (2 y 3 de febrero). Los fieles asisten con panes rodeados de cordones para su bendición: luego se come el pan y se coloca la cinta al cuello para preservar la garganta de todo mal (algunos llevaban las cintas en sus gargantas durante meses, otros sólo durante el novenario…). Posteriormente y para los rezagados, sobre una mesa situada en los alrededores de la ermita se venden cordones y medallas ya bendecidos que posteriormente colocan los padres a los hijos cuando tienen dolor de garganta a lo largo del año, con el fin de curar o ahuyentar dicho mal.Tambien se vendían medallitas del santo y libritos con la novena que se celebraba. En 1941 los PP. Sacramentinos publicaron un devocionario dedicado a este santo.


 

El día del santo (3 de febrero) se oficia misa y el domingo siguiente a la fecha, además de la liturgia hay romería, deportes rurales y verbenas formándose en sus alrededores una romería y venta de piper-opillas anunciadas con el canto de bata, bia, hirua...Hasta hace unos sesenta y cinco años los jóvenes tenían la costumbre de jugar al zinkiñaka en sus alrededores. Juan Garmendia Larrañagaseñala “lo tradicional el día de San Blas en Tolosa era desayunar chocolate con bolados, y que tras el acto religioso en el prado del caserío Sasoeta, junto a la ermita, los chavales de 10 a 14 años jugaban al ‘zakinjokua’ o ‘zankiñaka’. En este juego se empleaban unos palos de medio metro de largo rematados en punta por uno de los extremos que había que clavar con fuerza en la tierra. Era una diversión que para los niños tolosarras, estaba unida a la fiesta del 3 de febrero”.

Era costumbre hasta hace unos años que los caseríos de pueblos de los alrededores como Hernani, Urnieta, Asteasu, Rentería, etc que realizaban matanza del cerdo llevasen a la ermita, como presente,las lenguas de los gorrinos (txerriko-mingaña). Una de ellas se obsequiaba a la serora de la ermita como agradecimiento por los servicios de cuidado del templo que realizaba durante todo el año. Ese día desayunaban chocolate con bolados, sobre todo, los curas que tenían el cuidado de la reliquia. En cambio, para comer no les faltaban patas de cerdo. La celebración comienza con una misa. A continuación Misa Mayor, realizándose antes y después de ésta la bendición de alimentos y productos del cerdo, cordones, cintas, sal, alimentos, pasando a continuación a besar la reliquia del santo.San Blas no sólo preserva de los males de garganta a niños y niñas, sino a todos los hombres y mujeres sea cual sea su edad. Todavía hoy podemos escuchar la tradición de decirle “San Blas” al que ha tosido. Sigue siendo habitual la presencia de velas petitorias encendidas como peticiones de la gente para pedir contra las afecciones de la garganta.

Hasta principios de los noventa, cuando moría un vecino se tocaba agoniako-kanpaia (consistía en 33 golpes lentos), y lo mismo se repetía desde que salía el féretro de la casa y hasta que se perdía de vista camino de la parroquia.

POSTDATA

Iñaki Linazasoro en su “Historia y guía de Tolosa” señala respecto a la imagen de la Andra Mari de Yurre,un miembro de la repetida familia Yurreamendiingresó en el convento de religiosas Clarisas de la Villa, portando en su dote la imagen de Andra Mari de Yurre, aun cuando no es posible avalar históricamente dicho extremo. La talla mariana, de estilo románico, es el icono más antiguo del patrimonio tolosano. Preside el coro de esta comunidad de clausura


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