WILLIAM SHAKESPEARE
CONSEJO DE HAMLET A LOS
ACTORES:
Te ruego que recites el pasaje
tal como lo he declamado yo, con soltura y naturalidad, pues si lo haces a voz
en grito, como acostumbran muchos de vuestros actores, valdría más que diera
mis versos a que los voceara el pregonero. No castiguéis demasiado el aire con
las manos: usad delicadamente vuestros gestos; pues en el torrente mismo, la
tempestad y (cómo podría decirlo) el remolino de vuestra pasión, debes tener y
mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión (…)
Que la acción corresponda a la
palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar
los límites de la sencillez de la naturaleza, porque todo lo que a ella se
opone, se aparta igualmente del propio fin del arte dramático.
ROMEO Y JULIETA.
TEXTO 1.
ROMEO [a un CRIADO]: ¿Quién es
la dama cuya mano enaltece a ese caballero?
CRIADO: No lo sé, señor.
ROMEO: ¡Ah, cómo enseña a
brillar a las antorchas!
En el rostro de la noche es
cual la joya
que en la oreja de una etíope
destella...
No se hizo para el mundo tal
belleza.
Esa dama se distingue de las
otras
como de los cuervos la blanca
paloma.
Buscaré su sitio cuando hayan
bailado
y seré feliz si le toco la
mano.
¿Supe qué es amor? Ojos, desmentidlo,
pues nunca hasta ahora la
belleza he visto.
TEXTO 2.
BENVOLIO: Feliz mañana, primo
mío.
ROMEO: ¿Tan joven es el día?
BENVOLIO: Apenas tiene nueve
horas.
ROMEO: Largas son las horas
tristes.
BENVOLIO: ¿Estáis enamorado…?
ROMEO: Privado…
BENVOLIO: ¿Del amor?
ROMEO: … del favor de la que
amo.
BENVOLIO: ¿Por qué el amor será
tan dulce en apariencia y, si se prueba, tan tirano y cruel?
ROMEO: ¡Ay de mí! ¿Por qué el
amor si es ciego puede encontrar a oscuras la senda de su antojo? ¡Oh, amor de
discordia! ¡Oh, tú, odio enamorado! ¡Oh, esencia nacida de la nada! ¡Oh,
gravedad liviana! ¡Oh, grave vanidad! ¡Oh, informe caos de apariencia hermosa!
¡Oh, carga ligera, humo brillante, gélido fuego, robusta enfermedad, sueño de
ojos abiertos cuya esencia ignoro! Este es el amor que siento sin amor. ¡Cómo!
¿No te hace reír?
BENVOLIO: No, primo mío, pues
que lloro.
ROMEO: ¿Y por qué, amigo mío?
BENVOLLIO: Por el dolor que tu
corazón ha de soportar.
ROMEO: Sucede así con los
excesos del amor. A las penas que mi pecho ahora abruman, las tuyas han de
unirse para oprimirlo: así, tu amor más luto añade al que soporto. El amor es
niebla de suspiros hecho humo. Cuando avivado, chispas en ojos de un amante; si
se le extingue, océano de llanto enamorado. ¿Más todavía? Una discreta locura,
miel que alivia, hiel que ahoga. Queda con Dios, amigo mío.
BENVOLIO: Espera, te acompaño,
que sería una ofensa el que aquí me dejaras.
ROMEO: ¡Yo mismo me he
perdido! ¡Y no me encuentro! ¡No soy Romeo! ¡Romeo no está aquí!
TEXTO 3.
Entran ROMEO y JULIETA arriba,
en el balcón.
JULIETA: ¿Te vas ya? Aún no es
de día.
Ha sido el ruiseñor y no la
alondra
el que ha traspasado tu oído
medroso.
Canta por la noche en aquel
granado.
Créeme, amor mío; ha sido el
ruiseñor.
ROMEO: Ha sido la alondra, que
anuncia la mañana,
y no el ruiseñor. Mira, amor,
esas rayas hostiles
que apartan las nubes allá,
hacia el oriente.
Se apagaron las luces de la
noche
y el alegre día despunta en las
cimas brumosas.
He de irme y vivir, o quedarme
y morir.
JULIETA: Esa luz no es luz del
día, lo sé bien;
es algún meteoro que el sol ha
creado
para ser esta noche tu antorcha
y alumbrarte el camino de
Mantua.
Quédate un poco, aún no tienes
que irte.
ROMEO: Que me apresen, que me
den muerte;
lo consentiré si así lo deseas.
Diré que aquella luz gris no es
el alba,
sino el pálido reflejo del
rostro de Cintia ,
y que no es el canto de la
alondra
lo que llega hasta la bóveda
del cielo.
En lugar de irme, quedarme
quisiera.
¡Que venga la muerte! Lo quiere
Julieta.
¿Hablamos, mi alma? Aún no
amanece.
JULIETA:¡Si está amaneciendo!
¡Huye, corre, vete!
Es la alondra la que tanto
desentona
con su canto tan chillón y
disonante.
Dicen que la alondra liga notas
con dulzura:
a nosotros, en cambio, nos
divide;
y que la alondra cambió los
ojos con el sapo:
ojalá que también se cambiasen
las voces,
puesto que es su voz lo que nos
separa
y de aquí te expulsa con esa
alborada.
Vamos, márchate, que la luz ya
se acerca.
ROMEO: Luz en nuestra luz y sombra
en nuestras penas.
Entra el AMA a toda prisa.
AMA: ¡Julieta!
JULIETA: ¿Ama?
AMA: Tu madre viene a tu
cuarto.
Ya es de día. Ten cuidado.
Ponte en guardia.
JULIETA; Pues que el día
entre, y mi vida salga.
FRASES CÉLEBRES de Romeo y
Julieta:
“El amor de los jóvenes no está
en el corazón, sino en los ojos”
"El que va demasiado
aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio."
“Conservar algo que me ayude a
recordarte seria admitir que te puedo olvidar”
“Dos de las estrellas más
hermosas del cielo tenían que ausentarse y han rogado a sus ojos que brillen en
su puesto hasta que vuelvan.”
SONETO XX
Pintado por Natura el rostro
tienes de mujer, dueño y dueña de mi amor; y de mujer el corazón sensible mas
no mudable como el femenino; tus ojos brillan más, son más leales y doran los
objetos que contemplas; de hombre es tu hechura, y tu dominio roba miradas de
hombres y almas de mujeres. Primero te creó mujer Natura y, desvariando
mientras te esculpía, de ti me separó, decepcionándome, agregándote lo que no
me sirve. Si es tu fin el placer de las mujeres, mío sea tu amor, suyo tu goce.
CITAS CÉLEBRES DE William Shakespeare
En
un minuto hay muchos días
Es
mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras.
El
amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que
cometen.
El
destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.
Un
hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto.
Ten
más de lo que muestras; habla menos de lo que sabes.
Anunciad
con cien lenguas el mensaje agradable; pero dejad que las malas noticias se revelen
por sí solas.
Si
todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar.
No
ensucies la fuente donde has apagado tu sed.
Las
improvisaciones son mejores cuando se las prepara.
Si
dos cabalgan en un caballo, uno debe ir detrás.
El cansancio ronca sobre los guijarros; en tanto que la
pereza halla dura la almohada de pluma.
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