lunes, 28 de octubre de 2024

"Si eres indiferente al dolor, no mereces llamarte humano".

 

MARJANE SATRAPIPREMIO PRINCESA DE ASTURIAS DE COMUNICACIÓN Y HUMANIDADES 2024

 

 Buenas tardes a todos.

Antes que nada, quería expresarles mi profundo agradecimiento por este extraordinario premio que

me han concedido.

Y ahora, puesto que de eso se trata, hablemos de la humanidad.

Entre los que los biólogos denominan animales auténticos, es decir los mamíferos, el hombre es el

único que mata a su hembra. Y calificamos ese acto como bestial, siendo así que ninguna otra

bestia, fuera de nosotros, lo comete. Eso es la humanidad.

Pero también hay humanos que pierden la vida a manos de sus torturadores para proteger a sus

semejantes, para no denunciarlos, y sé muy bien de lo que estoy hablando. Esto también se llama

humanidad.

Están los miembros de la orquesta que tocan una sinfonía y nos regalan la forma más pura de la

belleza, y están los que orquestan guerras y que, por cada cien litros de sangre derramada, son

condecorados con una nueva medalla.

Y nosotros, aplaudimos con el mismo fervor a unos y a otros.

Con esto, quiero decirles que no tengo una visión idealizada de lo humano y que yo, en mí misma,

experimento esa dualidad. Acepto tanto mi violencia como mi benevolencia, esperando siempre que

la segunda prevalezca sobre la primera.

Durante mucho tiempo he creído que la clave para que cualquier ser humano pudiera vivir con

dignidad, para que nunca sufriera brutalidad o humillación por su sexo, su etnia o su color, era

la educación. ¿Pero no tenía Goebbels un doctorado en filosofía? ¿El Dr. Mengele no había hecho

el juramento hipocrático?

¿Estaremos equivocados cuando definimos educación? Quizás antes de educar a nuestros hijos para

que tengan éxito económico y social, debiéramos enseñarles que el verdadero éxito radica ante

todo en el humanismo.

Que lo que permitió al hombre situarse por encima de todos los seres vivos fue que creó
Discurso de la premiada 


sociedades; y una sociedad s0lo existe porque –a diferencia de un animal que está condenado a

morir cuando se rompe una pata– nosotros cuidamos de nuestros semejantes. Los llevamos a hombros

y los ponemos a salvo.

El hombre por sí solo no sobrevive en la naturaleza. Sólo sobrevive juntándose con otros y

creando sociedades. Y la condición sine qua non para lograrlo es la empatía.

Quizás en la educación, en vez de enseñar a nuestros hijos a aprenderlo todo de memoria y a

recitarlo como loros, deberíamos enseñarles ética, civismo y sobre todo compasión y bondad. Y les

aseguro que no soy de las que ponen la otra mejilla. Por una bofetada recibida devolvería diez,

pero trato de no ser nunca yo quien pega la primera.

Y, por último, les leeré un poema de Saadi, gran poeta iraní del siglo XIII:

Los seres humanos son parte de un mismo cuerpo,
y tienen un mismo origen.
Cuando la vida causa dolor a un miembro
los demás no descansan.
Tú que eres indiferente al sufrimiento de los demás,
No mereces llamarte humano.

Gracias por haberme escuchado, y a la humanidad en su integridad.

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