jueves, 22 de abril de 2021

Ermita de Ntra. Sra. de Alzagarate. Altzaga

En lo alto de la colina de Alzamendi, cerca de los caseríos Echeberri de Alzaga se encuentra esta ermita a la que, por sus primeros manuscritos escritos, Luis Murugarren le asigna la fecha de 1540 bajo el nombre de Nuestra Señora de Alzaarte. La señala como la antigua parroquia y primera iglesia de Alzagadada su mejor situación para la convergencia de la población en época pastoril. También Lope de Isasti la cita en su “Compendio de 1625”, y en su interior guarda la imagen de Andra Mari de Alzagárate, una preciosa talla del siglo XIV-XV aunque por ciertos rasgos de su figura y ropas podríamos atrevernos a hacerla más antigua.

 

Manuel Lecuona señala que en su entorno,desde tiempo inmemorial, existe una tradición “Cerca de aquel punto, en una casa hoy desaparecida conocida por Posta-echeta o Bost-aitzeta,donde se cruza el camino que va de Alzaga a Gainza con el que va a Baliarrain, Zaldivia y Ordizia, pasó una noche San Ignacio de Loyola, cuando lo llevaron herido de Pamplona a Loyola. Ahora bien, Alzaga es un punto muy relacionable con la “ruta de Larraun”, precisamente en función de ruta de peregrinos procedentes de Navarra, teniendo como complemento a la ruta de peregrinación, un lazareto en la referida ermita de Alzagarate, ermita dedicada muy significativamente además a Nuestra Señora,la Magdalena y San Sebastián, santos ambos eminentemente relacionados con los “apestados” que antaño frecuentemente transitaban por el país, caminando a Santiago de Compostela; situada, por añadidura, en un punto muy indicado para funciones hospitalarias de tipo infeccioso por su situación alejada del poblado, y dotada, además de una casa aneja para hospitalización de enfermos. Todo lo cual hace muy explicable y verosímil la tradición alzagatarra, sobre el hospedaje del Santo en Posta-echeta, camino de Azpeitia, después de la herida de Pamplona”.

Aguirre Sorondo nos describe su arquitectura.“Edificio de cuerpo rectangular y ábside cuadrado con sacristía adosada a su izquierda con su correspondiente ventana. El templo mide 16,2 m. x 9,7 m. con esquinales de piedra sillería y campanil de hierro forjado con su campana. Dos puertas de entrada, al SO y NO, doveladas, de medio punto, con aguabendítera de caliza a la derecha y una ventana sobre la primera. Tejado a seis aguas. El ábside en bóveda de cañón con un sencillo retablo de madera policromada donde se lee: “AÑO 1869 SE. 27 - COSTEO LA PINTURA Y DORADO DE ESTOS TRES ALTARES D. JOSE ANTONIO YZA”. En el altar mayor, alineado hacía el NE, la imagen de Nuestra Señora de Altzaga del siglo XIII (0,70 m. de altura). La luz se filtra a través de dos ventanas del lienzo SE., una a la altura del presbiterio completando el edificio, el coro.

Junto a la figura de Andra Mari destaca una pequeña talla de San Sebastián. Es un San Sebastián que ofrece las características de la imaginería realizada en el siglo XVIII, un poco gordito, con barba y bigote muy bien marcados, recibiendo los flechazos en su cuerpo como si tal cosa, con las manos unidas bajo la cintura. Antiguamente poseía un altar propio que se suprimió junto a otro de Santa Catalina, sin haber quedado constancia de las razones que determinaron tal suceso. No lejos de esta escultura la imagen de la Virgen del Rosario. El altar, protegido por una verja, consiste en una gran kutxa tradicional vasca.

 

 

El libro primero del archivo parroquial de Alzaga que es de cuentas, comienza el 23 de setiembre de 1539 y se cierra en 1650. En su folio 75, habla del mandato que con ocasión de la Visita realizó el licenciado Don Joan de Gaona el 28 de noviembre de 1540, donde señala la existencia de una ermita de la advocación de Santa María y en la que deja constancia que en 1549 “Domingo Gil Mendiola debía a esta ermita de Santa María de Alzagaratela cantidad de 15 ducados”.

En 1674 el alcalde y vecinos “de la villa de Alcega” entablan pleito contra el rector D. Martín de Elormendi por negarse a dirigir la procesión que los lunes de rogativas se acostumbraba a realizar desde tiempo inmemorial. Su recorrido discurría desde la parroquia de Alzaga hasta la de Arama, de allí a la ermita de San Bartolomé de Ordizia, a la de San Juan de Letrán de Isasondo y su parroquia, para retornar a continuación al punto de origen. Los martes se iba a Gainza y el miércoles a Baliarrain y a su ermita de San Juan. El rector alegó que estaba prohibido por disposición eclesiástica efectuar procesiones tan largas, que algunos abandonaban el recorrido a medio camino y otros se volvían antes o marchaban a tomar “refrescos”, dejando al rector casi sólo con la cruz parroquial. Durante el pleito, hubo testigos que defendieron la postura del rector, y otros que afirmaron que la distancia no era tan larga. Para dirimir la disputa, el obispo de Pamplona en persona realizó el recorrido y sancionó que, en lo sucesivo, se acortara algo, aunque no tanto como pretendía el rector ordenando que el lunes de rogativas se fuese sólo a dos ermitas y a otras tantas parroquias, pero sin indicar cuáles. El concejo pide que sean Arama y Villafranca pero el rector lo desaprueba. Nuevamente debe ser el obispo quien decide: el recorrido de los lunes cubrirá desde Alzaga o Arama y ermita de San Bartolomé de Ordizia, y regreso directo a Alzaga: los martes a la parroquia de Isasondo y ermita de San Juan de Letrán; y el miércoles a la parroquia de Gainza.

En 1753, al entrar como ermitaño Juan Ignacio de Aramburu, aporta una dote de 50 ducados con los que se decide arreglar las paredes de la ermita. Los vecinos ponen los materiales y la obra la ejecuta el maestro cantero Miguel de Eleizegui, vecino de Isasondo, a quien se le abonarán 20 ducados al empezar y el resto al terminar. Disponía de casa con huerta para el ermitaño que se vendió en 1810.

La ermita necesitaba una bovedilla para que pudiera tener encendidas las luces en las funciones religiosas ya queel viento que entraba por el tejado las apagaba. Así se estipula en 1899, por lo que se forma una comisión para hacer las obras y se inició la petición de limosnas. Entre los hijos de la villa que vivían en San Sebastián se recogieron 785 ptas y entre el vecindario 237ptas más. Otros aportaron materiales y algunos la mano de obra.

 

 

En 1916 se pone puerta nueva y hacia 1930 se retira a la sacristía la imagen de «Andra Mari» sustituyéndola por una Inmaculada. El cambio no agradó a nadie y, durante mucho tiempo, las gentes reclamaron que se pusiera la imagen que se había venerado durante generaciones. Tal fue la fuerza de la protesta que al fin la Virgen de Alzagárate volvió a colocarse en el altar.En 1933 la ermita se blanquea a fondo. Martín Esteban, restaurador de San Sebastián, se ocupa en 1958 de la imagen de la Virgen, lo que costó, sólo en mano de obra, 1.047 ptas. En 1961 se efectuó el retejado completo en auzolan y a todos los que colaboraron se les obsequió con una cena. Para su adecentamiento y pintura, en 1991 la Diputación Foral de Gipuzkoa colaboró con 600.000 ptas.

En su interior destaca la imagen de Nuestra Señora de Alzagárate, pequeña talla de tipo románico que mide unos 55 centímetros de altura. La talla procede de algún taller de escultura datable en los siglos XIV o XV, aunque no faltan quienes le atribuyen mayor antigüedad. En la mencionada imagen contrasta la belleza y precisión de rasgos de su expresivo rostro, primorosamente resuelto por el artista que la creó con el tosco desarrollo de su cuerpo, apenas esbozado y carente de gracia, aparte de ser desproporcionado, por su reducido tamaño, comparado con el atribuido a su óvalo facial. El Niño Jesús, de aspecto serio y tristón, reclinado sobre la Virgen en el costado izquierdo, no acredita tampoco al autor de la talla cuyo cincel ha realizado en cambio una excelente labor para dar forma a las manos de la Señora, una de las cuales, la derecha, está levantada y muestra entre sus dedos una manzana.En conjunto la imagen agrada y atrae, tanto por su porte que inspira serenidad y recato, como por la cándida expresión de su bello rostro, del cual, al margen de las perfecciones artísticas, emana una impresión de piadoso efecto hacia quienes, reverentes o despreocupados, se acercan a contemplarla.


El P. Adrián de Lizarraldeseñala sobre la imagen “Invítesele a sentarse sobre un taburete a la Virgen, y pasará por ser un tipo perfecto de las imágenes descritas en la segunda mitad del siglo XIII. Nosotros la hacemos 200 años más joven, fijándonos principalmente en el ademán recto, si bien ostenta grandes reminiscencias atávicas en el simbolismo y en el continente encogido dentro de anchas hopalandas”.Y Fray Pedro de Anasagasti, la detalla como “Imagen rectilínea, como si el escultor hubiera tenido que realizarla en la estrechez de un tronco, rostro muy bello de una euritmia impresionante, y que recuerda las estatuas egipcias. Ojos grandes, profundos, obscuros, escrutadores; labios carnosos, exuberantes, delimitando una boca sabrosa; barbilla torneada con primor; nariz ligeramente aguileña; cejas pobladas y bien arqueadas; intachable óvalo facial. Es una faz penetrante, mezcla de dominio y de interés por el prójimo, de serenidad y afecto. Se diría que el artífice solamente se preocupó de esta cabeza magistral y que en su hechura agotó su atención y su artesanía. Porque el cuerpo sólo está esbozado, en toscas cinceladas, y resulta mezquino para su testa. Tosca túnica sin laboreo. En unos pocos pliegues inferiores de su manteo remata apresuradamente su concepción. Las manos son lindas, la izquierda sirve de asiento al Niño, mientras la derecha levantada, sostiene una manzana. No es tan agraciado el Niño, con ojos saltones, barbilla prominente, boca minúscula y ceño preocupado. Crúzale levemente sus piernas. Se sienta sobre la rodilla izquierda de su Madre. En la izquierda sostiene un globo; y levanta la derecha, desproporcionadamente grande, en actitud de bendecir. Como en la mayoría de las Maternidades,el Hijo sale menos afortunado de las manos de los artesanos”.

JosetxoZufiaurre cuenta este ritocon origen en la ermita de San Gregorio de Astigarreta.“Si una vaca era reacia a quedarse preñada cuando la cubría el toro se le rodeaba el cuerpo, a la altura del vientre, con la cerilla bendecida (de la que se ponía en la argizaiola de la sepultura de la iglesia). La longitud de cera que no se había utilizado se llevaba a la ermita de Alzágarate para que ardiera a los pies de la Virgen”.

Algunas madres acuden durante varios días seguidos con niños que sufren de incontinencia urinaria. Colocan a la criatura sobre el altar y, si el niño es un proco crecidito, lo ponen sentado y rezan oraciones y ofrendan velas. En su rogativa, siguiendo la tradición, ofrecen un litro de aceite para la luminaria de la ermita. La ofrenda más característica de la ermita de Alzagárate es el aceite, aceite llevado para que no falte luz en la lámpara que brilla ante el altarcillo de la Virgen, aceite que donan las madres cuyos hijos han sanado, aceite que incluso remiten desde San Sebastián, sin que se sepa quien, ni por qué promesa laha enviado.

Hasta 1977, los festivos por la tarde había vísperas y rosario y los festivos, desde el 3 de mayo al 14 de septiembre, el sacerdote realizaba los conjuros y bendecía los campos. Los vecinos ascendían en rogativas desde la villa hasta 1985, y en vía crucis el Viernes Santo hasta 1987. Cuando muere algún vecino, sus campanas tañen a difunto.

Alzagárate celebra romería en la Ascensión, día en que suben gentes de Alzaga, Arama, Isasondo, Ordizia y Beasain. Hay misa a las once de la mañana, con sermón de un sacerdote traído de fuera. Las vísperas, a las cinco de la tarde, terminan con una procesión en torno a la iglesia, llevando en andas a la Virgen del Rosario. En esa festividad se ofrecen velas y entregan limosnas.Al parecer, antiguamente se efectuaban bautizos en esta ermita y en la actualidad hay parejas que la escogen para contraer matrimonio.

 

BIBLIOGRAFIA

AGUIRRE SORONDO, Antxon y LIZARRALDE ELBERDIN Koldo

“Ermitas de Guipúzcoa”. Pag 37 Fundación José Miguel Barandiarán. Ataun 2000.

ANASAGASTI Urrutia Pedro de

“Andra Mari en Guipuzcoa. Nuestra Señora de Alzagárate”. Revista Aránzazu 1970, pag 301. Oñate.

ARREGUI AZPEITIA Gurutzi de

“Prácticas de medicina popular en ermitas” Hizkuntza eta Literatura nº 4 pag 607-631. Donostia 1985.

DIPUTACION FORAL DE GIPUZKOA

“OndareHistoriko-ArtistikoarenZaharberrikuntza GIPUZKOA 1991-1994 Restauración del Patrimonio Histórico Artístico”pag 27 Diputación Foral de Gipuzkoa. Dto de Cultura, Euskera, Juventud y Deportes. San Sebastián 1995.

ELUSTONDO José Agustín

“Guía para visitar los Santuarios Marianos de los Territorios Históricos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya”,pag 209 Volumen 10 de la serie “María en los Pueblos de España”. Ed Encuentro Madrid 1999

ETNIKER EUSKALERRIA, EUSKO JAURLARITZA y GOBIERNO DE NAVARRA

"Atlas Etnográfico de Vasconia". Ganadería y Pastoreo en Vasconia". Bilbao 2000

IRIGOYEN Domingo de

“Ermitas e Iglesias de Guipúzcoa”. Anuario Eusko Folklore Tomo XIV pag. 49. Vitoria 1934

GOROSABEL, Pablo

“Diccionario Histórico-Geográfico-Descriptivo de los Pueblos, Valles, Partidos Alcaldías y Uniones. Año 1862” pp. 22. Ed La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao 1972.

LECUONA, Manuel de

“Itinerario de San Ignacio herido”. BRSVAP Año XII Cuaderno 2º pp 240. San Sebastián 1965

LIZARRALDE, Jose Adriano Fr.

“Semblanza religiosa de la Provincia de Guipúzcoa. Ensayo Iconográfico, Legendario e Histórico. Volumen I Andra Mari. Reseña Histórica del culto de la Virgen Santísima en la provincia”. “El culto de la Virgen en el siglo XII y primera mitad del siglo XIII” Pag 64 Imprenta C. Dochao de Eriguen. Bilbao 1926.

MARTINEZ DE ISASTI, LOPE

“Compendio Historial de la provincia de Gipuzkoa 1625”. Ed La Gran Enciclopedia Vasca.

MURUGARREN ZAMORA, Luis

“Relación de puntos religiosos de Guipúzcoa”. BRSVAP Año XXVIII Cuaderno 1º pag 61. San Sebastián 1972

PEÑA SANTIAGO, Luis Pedro

"Guipúzcoa olvidada (azken-bidea)" Pag 36 Ed La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao 1968

“Gipuzkoa ignorada”. Colección Bertan nº 2, pag 10 Dto Cultura y Turismo. Diputación Foral de Gipuzkoa. San Sebastián 1993

“Fiestas tradicionales y romerías de Gipuzkoa” pag 29. Ed. Txertoa 1973 San Sebastián

SILVAN Leandro

“Las villas de la Unión del Río Oria Legorreta - Isasondo - Alzaga - Arama - Gainza - Zaldivia”. pag 59. Publicaciones Caja de Ahorros Municipal. San Sebastián 1974

SUQUIA, José María de

“Alzaga - Arama - Gainza - Isasondo y Legorreta”. Pag.91 y 115. Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián. San Sebastián 1975.

ZUFIAURRE GOYA, Jose

“BeasainiBuruzkoMonografiaEtnografikoa - Monografía Etnográfica de Beasain”. BeasaingoKulturabatzordeapag 301. Ayuntamiento de Beasain – Fundación Kutxa. 1998.

viernes, 9 de abril de 2021

“Me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra”

 


Un relato de Eduardo Galeano para sonreír… y reflexionar.


L
o que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco. No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo. Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. Es más: ¡se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas, y hasta palanganas.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. Tiramos absolutamente todo. Ya no hay zapatero que remiende un zapato, ni colchonero que sacuda un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos. De ahí vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba. Y no es que haya sido mejor, es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el “guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo”, pasarse al “compre y tire que ya se viene el modelo nuevo”. Hay que cambiar el auto cada tres años porque si no, eres un arruinado. Aunque el coche esté en buen estado. ¡Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo! ¡Pero por Dios!

Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no solo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre. Me educaron para guardar todo. Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería… ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo? ¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos… ¡Guardábamos hasta las tapas de los refrescos! Los corchos de las botellas, las llavecitas que traían las latas de sardinas. ¡Y las pilas! Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil en un par de usos.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡Los diarios! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de navidad, y las páginas de los calendarios para hacer cuadros, y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas, y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela, y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos, y los mazos de naipes, que se reutilizaban aunque faltara alguna carta, con la inscripción a mano en una sota de espadas que decía “éste es un 4 de bastos”.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa. Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Y hoy, sin embargo, deciden “matarlos” apenas aparentan dejar de servir.

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base, las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de duraznos se volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza, y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Me muero por decir que hoy no solo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero, de la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga, o le sale alguna arruga. Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición, y corro el riesgo de que ella me gane de mano, y sea yo el entregado.

Eduardo Galeano


sábado, 27 de marzo de 2021

El jardín salvaje de los niños

 El fotógrafo Steve McCurry nos deleita con sus fotos de la alegría de los niños.

Nos deleita la belleza y la felicidad de los niños, y hace que nuestro corazón sea demasiado grande para el cuerpo.

Ralph Waldo Emerson

https://stevemccurry.blog/2021/03/24/the-wild-garden-of-childhood/




miércoles, 17 de febrero de 2021

Deprisa, deprisa

El 19 de febrero se cumplen 40 años de la presentación de ‘Deprisa, deprisa’ en el Festival de Berlín, donde conquistó el Oso de Oro. Con el filme, Carlos Saura llevó este subgénero "Quinqui", del genero “Delincuencia”, a su máximo esplendor, siendo un modo de contar la historia de una época trascendental de nuestro país -la de los años de la Transición, de la crisis económica, de la droga, de la última mitad de los setenta y de la década de los ochenta, en definitiva- desde la perspectiva de los que se quedaron al margen de ella.

El filme, fue muy bien recibido, galardón al margen, tanto por los seguidores de Saura, como por los que lo entendieron como una aproximación distinta al cine sobre la marginalidad y la delincuencia juvenil española. Saura no partía de cero: la filmografía sobre el tema era notoria; así, José Antonio de la Loma con su trilogía sobre ‘El Torete’, realizada entre 1977 y 1980, e inaugurada con ‘Perros callejeros’, había sentado un precedente claro. Eloy de la Iglesia se había sumado a la corriente con ‘Navajeros’. Gracias al éxito comercial de algunos de estos filmes, más el prestigio que supuso “Deprisa, deprisa” de Saura, el cine quinqui se convirtió en un género social en sí mismo. Más adelante surgirían filmes rodados en escenarios semejantes (barriadas obreras) cuyo protagonista principal era la mayor o menor marginalidad a la que se vio abocada la juventud de estos barrios en la década de los ochenta a causa del paro y la droga, siendo tal vez sus mejores exponentes las películas “Barrio” (año 1988, dirigida por Fernando León de Aranoa) y “El Bola” (año 2000, dirigida por Achero Mañas). Es también digno de subrayar que Deprisa deprisa es la única película de este género en el que la protagonista principal es una mujer (a la espera de lo que nos depare el film Las leyes de la frontera, la nueva película de este género, dirigida por Daniel Monzón, adaptación de la novela del mismo título de Javier Cercas).

Según crónicas del momento, Saura invirtió mucho tiempo en la preparación de ‘Deprisa, deprisa’: tenía montones de carpetas con recortes de prensa sobre temas similares. El guion no dejaba de ser un simple punto de partida, que el cineasta enriqueció en las sesiones de trabajo con sus actores. Durante meses visitó distintos barrios buscando no solo los intérpretes no profesionales más adecuados; quería también que los escogidos fueran amigos entre ellos y vivieran en la misma zona. Los ensayos se rodaron en barrios de extrarradio de Madrid y pueblos del cinturón obrero, donde las chabolas que los emigrantes de aluvión habían construido estaban siendo sustituidas por casas colmena en solares sin urbanizar. El guion fue poco a poco sustituido por los diálogos que los propios protagonistas le iban sugiriendo a Saura. No tuvo música original, sino que eran canciones de rumba pop las que iban dando fuerza y entidad a la película, especialmente la titulada “Me quedo contigo”, de “Los Chunguitos”, que se convirtió en emblema de lo que es también la película, una historia de amor.

Mención aparte merece el reparto, formado por actores y actrices no profesionales del área de Villaverde y Vallecas, situada al sur de Madrid, integrado por Berta Socuéllamos Zarco (Ángela), José Antonio Valdelomar (Pablo) , Jesús Arias Aranzueque (Meca) y  José María Hervás Roldán (Sebas) como protagonistas, subrayando el extraordinario trabajo de Berta Socuéllamos interpretando a Ángela.

La película narra la historia de cuatro amigos: Pablo, "el Meca", "el Sebas" y Ángela, y especialmente la de la pareja formada por Ángela y Pablo, la mayoría de ellos provenientes de un ambiente marginal y que encuentran diversión y una salida fácil en los robos a mano armada en una vida sin pasado ni futuro en la que los acontecimientos han de sucederse deprisa, deprisa.

Este film es un crudo y triste retrato de una época y un claro reflejo del impacto que sufrió una generación, la nacida en la década de los sesenta, a la que le estalló la transición política y la crisis de 1973, y con ella la llegada de las drogas consideradas menores, pero también de otras como la heroína que empezó a consumirse masivamente en la España de finales de los años 1970 y principios de los años 1980. Del extrarradio de Madrid abandonado a su suerte  -donde Pablo y Ángela viven—  Saura nos muestra la marginalidad socioeconómica y moral de unos desarraigados que, sin oficio ni beneficio, se van a convertir en una generación maldita, fundamentalmente para los más débiles.

Como he indicado antes, los protagonistas no fueron elegidos a través de un casting al efecto, sino que eran delincuentes reales, entre ellos Jesús Arias, alias el Susi, que empleaba sus permisos carcelarios para el rodaje y que consumía drogas de manera habitual -incluso, parece ser, a lo largo del propio rodaje- y José Antonio Valdelomar, un delincuente que cometía atracos con asiduidad. Durante la preparación de la película, Saura conoció los ambientes de los barrios periféricos de Madrid y durante dos meses realizó pruebas con vídeo entre la gente joven que los habitaba, hasta concretar los actores naturales que intervendrían en su filme. El rodaje se realizó en el verano de 1980 en diversas calles, discotecas y paisajes de Madrid. La naturalidad de los desconocidos intérpretes y su frescura al interpretarse en cierto modo a sí mismos fue una de las grandes aportaciones de la película. En todo caso, los protagonistas declararon que el cine había llegado por casualidad y de la misma forma se marcharía de sus vidas, como, efectivamente, así fue.

José Antonio Valdelomar (Pablo) murió por una sobredosis de heroína el 11 de noviembre de 1992 en la cárcel de Carabanchel tras ser detenido varias veces, una de ellas en ocasión de un atraco a mano armada en una sucursal bancaria después del rodaje y antes del estreno. Por su parte, Jesús Arias Aranzueque, Meca en la película, también fue detenido después del rodaje y antes del estreno,  pasando por la cárcel de Carabanchel y otros centros penitenciarios. Falleció en el hospital comarcal de Zumárraga antes de cumplir los 32 años. Sus restos, no reclamados, fueron incinerados en Zumárraga lugar al que fue a intentar desintoxicarse en 2007. La causa de su muerte tuvo su origen en el SIDA.

Berta Socuéllamos, a la que le fue pronosticado un excelente futuro en el mundo del cine, decidió abandonar por completo esta actividad y junto con su compañero de reparto José María Hervás comenzó una vida en el más absoluto anonimato. De ellos sólo se sabe que se casaron y, probablemente, que comenzaron una nueva vida con las 300.000 pesetas que cobró cada uno por sus nueve semanas de rodaje de esta magnífica película que fue emitida por la 2 de TVE hace unos días en conmemoración de su cuarenta aniversario y que es muy recomendable.

 

Carlos Ortigosa (16 de febrero de 2021)