ANDOAIN
ERMITA DE SAN ESTEBAN
La ermita de San Esteban se
encuentra en Andoain dando forma a una pequeña barriada situada
entre los montes Usadelarza y Berkoain. Popularmente
conocida como Sanixtoan o Ixtoan,
se encuentra en el barrio de Goiburu. Se
trata de un edificio rectangular de presbiterio trapezoidal cuyas
medidas exteriores son 18 m de largo y 14,6 m de ancho. Sus
esquinales son de piedra sillar mientras que el resto del edificio es
sillarejo. Tejado a cinco aguas. La puerta de entrada es dovelada con
aguabenditera a su derecha, una pequeña ventana a la altura del coro
y sobre ella, la espadaña. Altar orientado al noroeste. Posee tres
retablos adosados a la pared y sobre canes, a modo de marcos, para
los bustos. En el central, entre dos columnas corintias, la talla de
San Esteban y frontón con dos acróteras. Los retablos de la
izquierda y derecha arropan los bultos de Santa Leocadia (Sta Lokari)
y Santa Lucía (Sta Lutzia). Un precioso Cristo pende del techo sobre
el centro del presbiterio. Su coro de madera, en forma de “U”, al
estilo lapurdino (sus alas laterales avanzan hacia al ábside) con
dos escaleras simétricas de acceso a la altura de la puerta de
entrada.
La primera
cita escrita aparece en 1542, cuando María Juan de Camino
deja a la ermita en su testamento medio real.
En esa época, sus patronos eran la villa y el regimiento. Murugarren
señala 1548 como fecha de los primeros manuscritos, refiriéndose a
ella como San Itxoan o mejor Sanixtoan. Se señala bajo la
denominación de ermita de San Esteban de Goiburu en 1548. En
1575 contaba con dos seroras a su servicio que vivían en la adosada
casa seroral: Pascuala de Isturiaga y María Pérez de Sarmendia. En
1587 se nombra a María de Mimendi como sucesora para cuando fallezca
María Pérez que era la “serora
principal”.
Mimendi abonó 30 ducados de dote de manos de su hermano obligándose,
además, a arreglar la casa seroral. Esta reparación se hizo entre
1603 y 1609 por el cantero Juan Martínez de Aguirre. Los
primeros datos del siglo XVII indican que la Basílica de San Esteban
tenía dos seroras o beatas en servicio. Las informaciones
posteriores inducen a creer que al menos desde el siglo XVIII había
una sola serora y a partir de 1758 aproximadamente, ya no hay serora
fija, es decir con dedicación exclusiva.
La conservación del “Libro
de la Ermita y Basílica de San Estevan de esta Villa de Ayndoayn y
de sus haveres y limosnas”
abierto en 1655, supone una aportación fundamental en el
conocimiento de su historia (El libro original, sobre el que se
anotaron dos siglos de actividad del templo, fue adquirido por la
librería La Lama de Tolosa por 14 reales). En sus primeras páginas
nos habla de la confección en 1655, de una nueva talla representando
a Santa Lucía, de la peana del altar (por 23 rs.v.) y la sábana
nueva “de lienzo de la tierra” para el mismo (33 rs.v.). Como
casi todos los caseríos y edificios en general, también en esta
ermita se efectuaba un repaso periódico al tejado, con arreglo de
las tablas más dañadas, tapado de agujeros, cambio de ubicación de
tejas y sustitución por nuevas y, muy de tiempo en tiempo, un
remozamiento general de todo el tejado.
En 1663 se solicita
autorización al Obispado
de Pamplona para
acometer obras de carpintería y cantería que, a la postre,
ascendieron a 770 rs.v., y proceder a la apertura de una ventana y un
lucero en el altar mayor (costó 24 rs.v.). En 1664 se hace un
retablo nuevo. Nuevas obras de carpintería en 1678 (49 rs y 6
maravedís) y cantería en 1679 (73 rs.v.). Se arregló la puerta
principal y se pusieron bisagras nuevas en 1693. En 1699 el Visitador
general da un plazo
de dos meses para que se haga “un
entablado sobre los
altares para resguardo del polbo y la mayor decencia, se enladrille o
enlose el suelo y se enluzcan las paredes".
Las obras más importantes no se efectuarían hasta 1714/1726; se
retejó con maderas nuevas y tejas traídas de la tejería de
Cizurquil; se pintó toda la iglesia y el guardavoz del altar mayor;
se colocó una balaustrada en el altar mayor y se hicieron diversos
trabajos de cantería con una inversión total de más de 1.029 rs.v.
Entre 1745/53 se colocaron dos bancos nuevos. En 1786 el Visitador
General ordena que en 15 días se repare el coro. Finalmente la
lámpara se arregla en 1803.
Uno de los sucesos de mayor
trascendencia de su historia sucede con motivo de la inspección del
Ilustrísimo D.
Agustín de Lezo y Palomeque
el 24 de setiembre de 1782 quien, en uso de su autoridad como
Visitador General, abogó por su desaparición. En consecuencia, se
estableció un pleito entre el Fiscal General del Obispado y la villa
de Andoain. Tras un largo contencioso, el 28 de abril de 1786 se da
sentencia definitiva a favor de la villa aunque con diversas
obligaciones, que por su importancia, se reproducen en su parte más
substancial: “..
Permitimos subsista por ahora la Basilica o Hermita de San Esteban
situada en el barrio de Zumea, jurisdicción de la villa de Andoain y
se celebre en ella el Santo Sacrificio de la misa, con la condicion
de qe la dicha villa disponga que en el termino perentorio de quince
dias se repare y componga el coro de dicha Basilica a satisfacción
de Dn Domingo de Obineta rector de la Parroquial de Soravilla que la
ha reconocido con nuestro mandato y de haverse asi echo se presente
la correspondiente certificación de dicho rector dentro de veinte y
mandamos que Dn Sebastian de Arizcun, presbitero Rector de dicha
Parroquial de Andoain destine en dicho barrio de Zumea una persona de
toda confianza y notorio avono que cuide con la percecion de las
rentas de la casa seroral que ai contigua a dicha Basilica, la qual
deverá llevar y dar anualmente quenta de su producto e inversión
que devera ser en primer lugar en comprar un caliz y patena de plata
sobredorada esta y aquel por la parte inferior para la celebración
de las mismas qe se haian de decir en dicha ermita y lo restante para
surtirla de los ornamentos que le faltan y necesitare en lo subcesivo
para el mismo fin comprando para la formacion y dación de dichas
quentas un libro de a folio enpergaminado que devera presentarse en
las Santas Visitas para q. en su vista se providencie lo conveniente
y asi lo declara y manda. Licenciado
Uriz.
En 1881 fue totalmente
reedificada. El 8 de agosto de ese año, los vecinos Manuel de
Alcain, Jose Manuel de Huici, Martin de Aramburu, Manuel de Arbelaiz,
Sebastian de Gaztañaga y Cecilio de Goicoechea redactan un escrito
pidiendo al Ayuntamiento convoque una reunión para impulsar la
reconstrucción de la ermita de San Esteban que, a su entender, se
encontraba en
“deplorable estado”.
Con apoyo del consistorio, se crea una comisión gestora nombrándose
una subcomisión para la obtención de los oportunos presupuestos,
encabezada por el propio alcalde, Juan Bautista Ichasu Asu y
compuesta por el rector de la parroquia Juan Ignacio Munita y cinco
miembros más. El 26 de agosto había ya un presupuesto provisional
que ascendía a 10.877,50 pesetas. La cuenta final se ajustó a lo
presupuestado con un ahorro de 236,50. Pero para hacer dicha
ampliación, debían ensancharse ambos laterales y tirar la planta
vieja, pues se antojaba imposible repararla dado su estado de ruina
ocupando algunos terrenos colindantes, a lo que, por carta del 8 de
setiembre, accedió su propietario Vicente Ugarte, residente en
Vitoria, sin cargo y según el proyecto que le presentaron. El
primero de noviembre se reúne la comisión gestora. Acusan recibo
del permiso obispal para ejecutar la obra y, aun reconociendo que su
coste era elevado, manifiestan la voluntad común de llevarla
adelante. Para ello se abre una suscripción popular y entre los
miembros de la comisión se responsabilizan de visitar las casas de
la calle que le fuera asignada. El 20 de febrero de 1882 la comisión
recuenta lo recogido y determina hacer un nuevo esfuerzo. Además, se
acuerda preparar unas papeletas donde los donantes pongan el importe
entregado, fecha y firma. Fue el 8 de marzo cuando se remitió
escrito al Obispado de Vitoria para la realización de nuevas obras
que comienzan en abril, pese a que aún se carecía de fondos para
sufragarlas al completo, empezando a llegar donativos de gente
foránea. Gracias a la aportación del trabajo de unos, materiales de
otros y dinero de los demás se consiguió llevar a buen puerto la
reconstrucción de la totalidad de la ermita por importe de 10.641
pesetas, cifra a la que debe añadirse la mano de obra gratuita de
los vecinos (auzolan)
y los materiales que se regalaron. En 1907 se renovó la sacristía y
elevaron las paredes y en 1966, conforme con la normativa dimanada
del Concilio Vaticano II, se efectúan reformas encaminadas a la
supresión de todos los altares excepto el central y del enlucido en
las paredes para que aparezcan en piedra viva; no obstante, se
respetaron parte de los antiguos retablos y tallas originales. Se
aprovechó para creosotar las maderas a fin de mantenerlas en óptimas
condiciones.
Ya en 1655 había tres
altares: el altar mayor dedicado al “Glorioso San Esteban”, otro
lateral a Santa Leocadia y un tercero a “Santa Lucia Virgen y
mártir”, cada uno con “sus
sábanas de lienzo en la tierra”.
Ese mismo año, con la dote de 30 ducados que ofreció la nueva
serora Bárbara de Ubillos, se proyectó hacer un nuevo bulto de San
Esteban pero se sustituyó por otro de Santa Lucía que costó 115
rs.v a lo que hubo que añadir los 92 rs.v correspondientes a su
dorado. En la visita de ese año, el representante obispal de
Pamplona ordena que
no se ejecute ninguna otra obra antes de disponer de una nueva imagen
de San Esteban.
Pero estos mandatos no parece que se cumplieran hasta 1663, pues por
las cuentas sabemos que gracias a una nueva dote de 200 ducados de la
serora entrante María Miguel de Larramendi, el maestro arquitecto
Pedro de La Tixera
”recibió
en esa fecha 1.100 rs.v y distintas cantidades en sucesivas, hasta un
total de 1.329,5 rs.v para la realización de un retablo que hizo
para el altar mayor de la dicha ermita y bulto nuevo de San Estevan”.
Tambien La Tixera
preparó los dos colaterales de los altares de Santa Lucía y Santa
Leocadia y la puerta principal de la ermita (por 800 rs.v.). Por
último, se encargó un cuadro al óleo del “martirio
del Glorioso Martir San Esteban que se hizo para el remate del
retablo” (80
rs.v.). Durante casi un siglo no se realizarían reformas en imágenes
ni altares. Las cuentas que presenta Martin
de Ubillos Donachele
del período de su mayordomía (1753/1758) recogen tan sólo 16 rs.v.
entregados a Pablo de Echeverría por el dorado del bulto de San
Esteban. A principios de siglo consta que había además dos cuadros,
uno del Sagrado Corazón de Jesús y otro del Sagrado Corazón de
María, además de los de las estaciones del Vía Crucis con
inscripciones en francés.
La primera relación de bienes
data de 1655. Por entonces poseía: cada altar sus sábanas de lienzo
de la tierra, una casulla parda con su estola y manípulo, dos albas,
dos misales el uno viejo que “ya
no es de servicio”
y el otro “andando”,
un cáliz de plata con su patena, una lámpara con polca para
encenderla y apagarla (en 1686 se cambió la cuenta y las cadenas que
la sujetaban por 27 rs.v) y dos candelabros y otras tantas vinajeras
de estaño que se adquirieron en 1726 (18 rs.v). D.
Manuel de la Canal,
Visitador General, ordenó en su inspección de 1753 que se
comprara un misal haciéndose dorar y reparar el cáliz.
Ese mismo año se pusieron dos bancos nuevos, y en 1758 seis
candelabros de latón y una campana nueva. Nuevamente en 1786 el
visitador insta a que se adquiera “un
cáliz y una patena de plata sobredorada ésta y aquél por la parte
interior para la celebración de las misas que se haian de decir en
dicha ermita”. Y
en 1805 insiste en que “se
procure ahorrar para comprar un cáliz y patena”
ya que la orden de 1786 estaban pendiente de cumplimiento. Un
crucifijo para la sacristía y una palmatoria que costaron 11 y 3,50
pesetas en 1884 respectivamente y una campanilla tres años después,
figuran como las aportaciones últimas hechas a la mejora de esta
ermita.
Dentro de su historia,
capítulo aparte corresponde a su campana. Las únicas referencias
anteriores al siglo XIX hacen mención a los arreglos en su cordería:
en 1658 se invierten para este capítulo 1,5 rs.v, dos reales en 1664
y cuatro para cuerda nueva y arreglo de su badajo en 1762. También
sabemos que en 1758 se puso una campana nueva y en 1888 la arreglaron
por 40 pesetas. Un curioso informe de finales del siglo XIX pero sin
firma y depositado hoy en el Archivo Municipal de Andoain aporta
algunos datos: “En
el barrio Sur de esta villa se encuentra una Hermita Hermosa
redificada desde 1881. En dicho año fue nombrada una nueva comisión
de fábrica en bista del mal estado en que se encontraba. Y al efecto
fuí tambien nombrado el que suscribe en dicha comisión en el que
propuse el derribo de la dicha hermita y levantar de nuevo; y a cuya
proposición se aderieron todos los comisionados y tambien les ofrecí
en aquel acto que traería una campana que poseíamos la sociedad
Soroa y sobrinos en la isla de Cuba, en la parte de Buelta abajo,
término municipal de Candelaria en el punto llamado Manantiales. En
el que poseíamos el cafetal la merced; teníamos dicha Campana para
llamar a los trabajadores. La presencia de la campana es por compra
de dicha finca con sus prendas. Y tenía una inscripción en letras
góticas dedicada a Nuestra Señora de la Merced fechada en 1825 y
muchas personas solían decir que sería importado dicha prenda por
los mercedistas y fundido en Barcelona.. Así pues escribía mi
querido tío Don Antonio Soroa y Muñagorri a mi hermano Dn Ignacio
Mugica. Mis socios en aquella fecha; y hoy propietario de la finca:
mi hermano, deciéndoles la oferta que habia hecho de la Campana a la
hermita de San Esteban; y que remitieran con destino a esta en efecto
así lo hicieron gustosos; embarcando en el muelle de La Habana por
la casa J. Garin y Compª a la consignación de D. Jose M Elizaran
del Comercio de San Sebastian. Es quien recibió y me entregó, y a
la vez tambien entregué yo a la comisión de Fábrica como regalo
que hacíamos a hermita de San Esteban; para que en lo sucesivo
sirviera a los fiejes hoyentes y de votos de San Esteban. Y así fue
colocada en el campanario la hermosa campana, y hubo quien dijo el
badajo que parecía demasiado recio y mejor sería cambiar de badajo;
y asi por dicha proporción apearon del campanario y pusieron nuevo
badajo en una herrería; pero mal colocado sin juego y demasiado
largo y por cuyo motivo se arrajó y entonces se vio el ayuntamiento
obligado mandar refundir contando con la Junta de Fábrica; y así
mandaron a Vitoria a la fundición de los Señores Echebaster e hijo,
y según noticias fidedignas la campana al empezar romper y hacer
pedazos para hechar al crison se vieron los operarios dicho fundicion
daban golpes a toda fuerza con martillos que pesan dos arrobas, y por
mucho que le pegaban no podian romper, y en esto que cedía pues no
rompía dio sospechar que no era metal que ellos acostumbraban fundir
de bronce, que es lo que se sabe de dichas noticias y mas el
periódico de Vitoria publicó que la dicha campana resultó ser de
oro y plata elevando su valor a veinte y nueve mil quinientos duros
es lo que ha llegado a mis noticias de los periódicos pero en nada
de la casa fundadores ni de la junta de la fábrica”. Llegados
a 1915 nuevamente hay necesidad de refundir la campana pues la actual
está rota. A tal fin de piden ofertas y tras un estudio por la
comisión, se falla a favor de Hijos de Ignacio Murua de Vitoria. Una
vez confeccionada la nueva pesó 135 kilos y el badajo 3 kilos, salió
por tren camino de Andoain el 13 de junio de 1915, llegando a nuestra
villa dos días después. Los Murua, según factura del 16 de junio
de 1915, cobraron en realidad 115 ptas toda vez que regalaron el
badajo. Francisco de
Etxeberria recogió
a principio de los años veinte la siguiente tradición
(Aiendi era una de las casas principales de Andoain): “Orko kanpana
Aiendi-ko indianuak Habanatik ekaria omen da. Amairu oroa pixatzen
omen zun urtaririk gabe. Geroztik berituba da bai, oarin zazpi urte”.
“La campana de ahí la trajo de Habana el indiano Aiendi. Dicen que
pesaba trece arrobas sin yugo. Posteriormente ha sido refundida hace
siete años”
Desde tiempos lejanos, dos son
los ritos por los que los fieles acuden a ella. La curación o
protección de los males que afectan a la vista, y para sanar o
prevenir los males de cabeza. Aita
Barandiaran, cita
la forma que tienen los ritos que se realizan en ella "En
la ermita de San Esteban de Goiburu existe una imagen de Santa Lucía,
la cual sostiene un plato en que se hallan representados dos ojos.
Los peregrinos tocan con pañuelos estos ojos y luego los suyos
propios. Creen que esta práctica los preservará de los males de
ojos. Y
continúa "...
Acuden a recibir la curación o protección de Santa Lucia quienes
tienen problemas con la vista. Antiguamente en día de su fiesta se
colocaba la imagen sobre la mesa del altar y un cajón para que la
gente subiera y pudiera tocar con un pañuelo los ojos que la figura
porta sobre un plato, y posteriormente los suyos propios. El resto
del año, si alguien lo pedía se habilitaba una escalerita para
acceder a la figura en el retablo".
Y continua: "Tambien
impetraban los fieles curación o protección contra los dolores de
cabeza, para lo cual se introducía la cabeza en los agujeros que
había a cada lado bajo el altar hasta la reforma de 1966, y en esa
posición rezaban un Credo. Josefa
Ansa (nacida en 1913), vecina del caserío San Esteban, cuenta que en
otros tiempos acudía mucha gente a la ermita para sanar o prevenir
los males de cabeza. Para ello, bastaba con introducir la cabeza en
los agujeros que había a ambos lados del altar mayor y rezar un
credo en esa posición. Estos agujeros se cerraron en la reforma de
1966
En Andoain asimismo, hasta
hace años, se hacían rogativas los tres días anteriores a la
festividad de la Ascensión del Señor. El primer día había
procesión rezada por los alrededores de la parroquia, el segundo se
iba en procesión a la ermita de la Santa Cruz de Lizaur y el tercero
a ésta de San Esteban. Todavía hoy se sube en vía crucis rezado a
San Esteban cada Viernes Santo: a las 7 de la mañana los mayores y a
las 10 los niños y jóvenes. En 1659 se celebraron misas en esta
ermita los días de Navidad, Difuntos y del Espíritu Santo. Al año
siguiente sólo se oficiaron en las festividades del Espíritu Santo
y 2º día de Pascua, y nada más que esta última en 1661/2. En
el siglo XVIII, entre 1759/67, se celebraban cinco misas al año; los
días de San Esteban, Santa Lucía, Santa Leocadia, segundo día de
Pascua y día del Espíritu Santo. Lo
más común era abonar dos reales por cada misa al celebrante, si
bien en ocasiones, llegaron hasta los 3,5 y 4 reales de vellón. A
partir de 1882 se hacía misa con sermón el 3 de agosto, festividad
de San Esteban, entregando al oficiante lo recaudado entre los
asistentes. Otras veces el celebrante y el predicador eran sacerdotes
diferentes. A los monaguillos se les daba alguna propina y se les
invitaba a comer junto con el sacerdote y organista. También se
congregaban los fieles el domingo posterior a San Esteban, así como
el 13 de diciembre, festividad de Santa Lucia, además de las mismas
habituales encargadas o en memoria de algún benefactor. Francisco
Etxeberria recoge
en 1924: “Y el
diezmo de este barrio solía ser para San Miliano (San Millán?). San
Miliano sería el cura de ahí (San Esteban). Hace treinta y seis
años se rezaba el rosario en la cuaresma y solíamos cantar. Y no sé
por qué se perdió esa costumbre”.
Hoy día se
celebra misa los festivos y vía crucis el Viernes Santo, partiendo a
las siete de la mañana de la parroquia. A
principios del siglo veinte, la limpieza de la ermita se encontraba
organizada entre la gente de barrio de
la forma siguiente según un cuaderno manuscrito que circulaba por
entonces: El
ayuntamiento de esta villa ha costeado el arreglo de los desperfectos
que existían en la ermita de San Esteban y la ha dejado bien
blanqueada y en buen estado, y los vecinos que habitan el barrio
donde está situada dicha ermita, han convenido en atender a la
conservación y limpieza de la misma, y han establecido el turno
consiguiente para proceder al barrido y quitar los polvos cada quince
días, siguiendo el orden que se indica en la lista que se pone a
continuación. La llave de la puerta de entrada a la ermita obrará
en poder del vecino Jose Ramón Garmendia, del caserío Bulano. …..
En los caseríos de dos viviendas, se pone primero el nombre del
caserío y después el apellido del cabeza de familia para dar el
orden de la numeración. Si alguno de los vecinos se negare a recibir
el cuaderno y proceder al barrido y limpieza de la ermita cuando por
turno le corresponda hacerlo, se entregará dicho cuaderno al Sr.
Alcalde a fin de que este disponga lo más procedente. Se señala la
lista de los caseríos así como el orden en que limpian la ermita.
Aunque la festividad del santo
es la del 26 de diciembre, la fiesta de la ermita se celebra el 3 de
agosto. Por la víspera es costumbre voltear la campana. A las diez
del día 3 suele haber misa diaconada con panegírico del Santo. Ese
día no se trabaja en el barrio sin verdadera necesidad. Despues de
la misa se toca el iun-iun, y la gente joven ejecuta algunos bailes
tradicionales. A la tarde bailan el aurresku y algún otro baile como
han hecho a la mañana. Al domingo siguiente cada familia del barrio
celebra su banquete al cual invita a sus parientes. A la tarde,
después de las vísperas y el rosario de la parroquia, la banda
municipal sube a San Esteban a ejecutar sus bailables, y entonces la
juventud que viene de Tolosa, Villabona, Aduna y Urnieta baila toda
clase de bailes (sueltos y agarrados) que nada tiene que ver con las
tradicionales del país. Al anochecer se retiran todos. En la
actualidad las fiestas duran varios días: hay exhibiciones de
deportes rurales, partidos de pelota, juegos infantiles, bersolaris,
trikitixas y sus famosas y multitudinarias verbenas populares que
atraen al mocerío de la zona. Luis
Pedro Peña Santiago,
señala: "lo
más popular de los tres días de festejos o aquello que con mayor
jolgorio toman sus vecinos es el juego del Ollasko-Jokua (juego de
los pollos), del que hablo en Aduna, y cito también otros lugares
como Amasa, Oiquina, Legazpi y el barrio de Buruntza de Andoain. Al
sábado siguiente al 3 de agosto, o el tercer día de las fiestas, a
las cinco de la mañana, acompañados por un acordeonista salen los
mozos por los caseríos a recoger los pollos para el Ollasko Jokua.
Hacia la una de la tarde, en la plaza de San Esteban, se celebra el
juego en que participan todos los mozos acompañados del acordeón.
Despues, comida de hermandad y al atardecer romería con
triki-trixa".
14.- BIBLIOGRAFIA
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"Ermitas de Gipuzkoa". Pag 43 y ss. Fundación José Miguel
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"Aspectos de la vida e historia de Andoain". Pag 27.
Publicaciones Caja de Ahorros Municipal de San Sebastian. San
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ARREGUI AZPEITIA Guritzi de
"Prácticas de medicina popular en ermitas". Hizkuntza eta
Literatura nº 4 pp 607-631. Donostia 1985.
BARANDIARAN Jose Miguel
"Obras completas. Tomo II. Eusko Folklore". Pag 224. Ed La
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"La religiosidad del pueblo. Andoain". Anuario de Eusko
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IRIGOYEN Domingo
"Ermitas e iglesias de Guipuzcoa". Anuario de Eusko
Folklore. Tomo XIV. Pag 29. Vitoria 1934.
MURUGARREN ZAMORA, Luis
"Relación de puntos religiosos de Guipuzcoa". BRSVAP. Año
XXVIII. Cuaderno 1º pag 62-ss. San Sebastian 1972
PEÑA SANTIAGO, Luis Pedro
"Fiestas tradicionales y romerías de Guipuzcoa". Pag 40.
Ed Txertoa. San Sebastian 1973.
"Las ermitas de Guipuzcoa" Pag 41 Ed Txertoa. San Sebastian
1975.
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