martes, 9 de mayo de 2017

Nueva ermita de San Esteban de Goiuru en Andoian



ANDOAIN

ERMITA DE SAN ESTEBAN

La ermita de San Esteban se encuentra en Andoain dando forma a una pequeña barriada situada entre los montes Usadelarza y Berkoain. Popularmente conocida como Sanixtoan o Ixtoan, se encuentra en el barrio de Goiburu. Se trata de un edificio rectangular de presbiterio trapezoidal cuyas medidas exteriores son 18 m de largo y 14,6 m de ancho. Sus esquinales son de piedra sillar mientras que el resto del edificio es sillarejo. Tejado a cinco aguas. La puerta de entrada es dovelada con aguabenditera a su derecha, una pequeña ventana a la altura del coro y sobre ella, la espadaña. Altar orientado al noroeste. Posee tres retablos adosados a la pared y sobre canes, a modo de marcos, para los bustos. En el central, entre dos columnas corintias, la talla de San Esteban y frontón con dos acróteras. Los retablos de la izquierda y derecha arropan los bultos de Santa Leocadia (Sta Lokari) y Santa Lucía (Sta Lutzia). Un precioso Cristo pende del techo sobre el centro del presbiterio. Su coro de madera, en forma de “U”, al estilo lapurdino (sus alas laterales avanzan hacia al ábside) con dos escaleras simétricas de acceso a la altura de la puerta de entrada.


La primera cita escrita aparece en 1542, cuando María Juan de Camino deja a la ermita en su testamento medio real. En esa época, sus patronos eran la villa y el regimiento. Murugarren señala 1548 como fecha de los primeros manuscritos, refiriéndose a ella como San Itxoan o mejor Sanixtoan. Se señala bajo la denominación de ermita de San Esteban de Goiburu en 1548. En 1575 contaba con dos seroras a su servicio que vivían en la adosada casa seroral: Pascuala de Isturiaga y María Pérez de Sarmendia. En 1587 se nombra a María de Mimendi como sucesora para cuando fallezca María Pérez que era la “serora principal”. Mimendi abonó 30 ducados de dote de manos de su hermano obligándose, además, a arreglar la casa seroral. Esta reparación se hizo entre 1603 y 1609 por el cantero Juan Martínez de Aguirre. Los primeros datos del siglo XVII indican que la Basílica de San Esteban tenía dos seroras o beatas en servicio. Las informaciones posteriores inducen a creer que al menos desde el siglo XVIII había una sola serora y a partir de 1758 aproximadamente, ya no hay serora fija, es decir con dedicación exclusiva.

La conservación del “Libro de la Ermita y Basílica de San Estevan de esta Villa de Ayndoayn y de sus haveres y limosnas” abierto en 1655, supone una aportación fundamental en el conocimiento de su historia (El libro original, sobre el que se anotaron dos siglos de actividad del templo, fue adquirido por la librería La Lama de Tolosa por 14 reales). En sus primeras páginas nos habla de la confección en 1655, de una nueva talla representando a Santa Lucía, de la peana del altar (por 23 rs.v.) y la sábana nueva “de lienzo de la tierra” para el mismo (33 rs.v.). Como casi todos los caseríos y edificios en general, también en esta ermita se efectuaba un repaso periódico al tejado, con arreglo de las tablas más dañadas, tapado de agujeros, cambio de ubicación de tejas y sustitución por nuevas y, muy de tiempo en tiempo, un remozamiento general de todo el tejado.

En 1663 se solicita autorización al Obispado de Pamplona para acometer obras de carpintería y cantería que, a la postre, ascendieron a 770 rs.v., y proceder a la apertura de una ventana y un lucero en el altar mayor (costó 24 rs.v.). En 1664 se hace un retablo nuevo. Nuevas obras de carpintería en 1678 (49 rs y 6 maravedís) y cantería en 1679 (73 rs.v.). Se arregló la puerta principal y se pusieron bisagras nuevas en 1693. En 1699 el Visitador general da un plazo de dos meses para que se haga “un entablado sobre los altares para resguardo del polbo y la mayor decencia, se enladrille o enlose el suelo y se enluzcan las paredes". Las obras más importantes no se efectuarían hasta 1714/1726; se retejó con maderas nuevas y tejas traídas de la tejería de Cizurquil; se pintó toda la iglesia y el guardavoz del altar mayor; se colocó una balaustrada en el altar mayor y se hicieron diversos trabajos de cantería con una inversión total de más de 1.029 rs.v. Entre 1745/53 se colocaron dos bancos nuevos. En 1786 el Visitador General ordena que en 15 días se repare el coro. Finalmente la lámpara se arregla en 1803.

Uno de los sucesos de mayor trascendencia de su historia sucede con motivo de la inspección del Ilustrísimo D. Agustín de Lezo y Palomeque el 24 de setiembre de 1782 quien, en uso de su autoridad como Visitador General, abogó por su desaparición. En consecuencia, se estableció un pleito entre el Fiscal General del Obispado y la villa de Andoain. Tras un largo contencioso, el 28 de abril de 1786 se da sentencia definitiva a favor de la villa aunque con diversas obligaciones, que por su importancia, se reproducen en su parte más substancial: “.. Permitimos subsista por ahora la Basilica o Hermita de San Esteban situada en el barrio de Zumea, jurisdicción de la villa de Andoain y se celebre en ella el Santo Sacrificio de la misa, con la condicion de qe la dicha villa disponga que en el termino perentorio de quince dias se repare y componga el coro de dicha Basilica a satisfacción de Dn Domingo de Obineta rector de la Parroquial de Soravilla que la ha reconocido con nuestro mandato y de haverse asi echo se presente la correspondiente certificación de dicho rector dentro de veinte y mandamos que Dn Sebastian de Arizcun, presbitero Rector de dicha Parroquial de Andoain destine en dicho barrio de Zumea una persona de toda confianza y notorio avono que cuide con la percecion de las rentas de la casa seroral que ai contigua a dicha Basilica, la qual deverá llevar y dar anualmente quenta de su producto e inversión que devera ser en primer lugar en comprar un caliz y patena de plata sobredorada esta y aquel por la parte inferior para la celebración de las mismas qe se haian de decir en dicha ermita y lo restante para surtirla de los ornamentos que le faltan y necesitare en lo subcesivo para el mismo fin comprando para la formacion y dación de dichas quentas un libro de a folio enpergaminado que devera presentarse en las Santas Visitas para q. en su vista se providencie lo conveniente y asi lo declara y manda. Licenciado Uriz.

En 1881 fue totalmente reedificada. El 8 de agosto de ese año, los vecinos Manuel de Alcain, Jose Manuel de Huici, Martin de Aramburu, Manuel de Arbelaiz, Sebastian de Gaztañaga y Cecilio de Goicoechea redactan un escrito pidiendo al Ayuntamiento convoque una reunión para impulsar la reconstrucción de la ermita de San Esteban que, a su entender, se encontraba en “deplorable estado”. Con apoyo del consistorio, se crea una comisión gestora nombrándose una subcomisión para la obtención de los oportunos presupuestos, encabezada por el propio alcalde, Juan Bautista Ichasu Asu y compuesta por el rector de la parroquia Juan Ignacio Munita y cinco miembros más. El 26 de agosto había ya un presupuesto provisional que ascendía a 10.877,50 pesetas. La cuenta final se ajustó a lo presupuestado con un ahorro de 236,50. Pero para hacer dicha ampliación, debían ensancharse ambos laterales y tirar la planta vieja, pues se antojaba imposible repararla dado su estado de ruina ocupando algunos terrenos colindantes, a lo que, por carta del 8 de setiembre, accedió su propietario Vicente Ugarte, residente en Vitoria, sin cargo y según el proyecto que le presentaron. El primero de noviembre se reúne la comisión gestora. Acusan recibo del permiso obispal para ejecutar la obra y, aun reconociendo que su coste era elevado, manifiestan la voluntad común de llevarla adelante. Para ello se abre una suscripción popular y entre los miembros de la comisión se responsabilizan de visitar las casas de la calle que le fuera asignada. El 20 de febrero de 1882 la comisión recuenta lo recogido y determina hacer un nuevo esfuerzo. Además, se acuerda preparar unas papeletas donde los donantes pongan el importe entregado, fecha y firma. Fue el 8 de marzo cuando se remitió escrito al Obispado de Vitoria para la realización de nuevas obras que comienzan en abril, pese a que aún se carecía de fondos para sufragarlas al completo, empezando a llegar donativos de gente foránea. Gracias a la aportación del trabajo de unos, materiales de otros y dinero de los demás se consiguió llevar a buen puerto la reconstrucción de la totalidad de la ermita por importe de 10.641 pesetas, cifra a la que debe añadirse la mano de obra gratuita de los vecinos (auzolan) y los materiales que se regalaron. En 1907 se renovó la sacristía y elevaron las paredes y en 1966, conforme con la normativa dimanada del Concilio Vaticano II, se efectúan reformas encaminadas a la supresión de todos los altares excepto el central y del enlucido en las paredes para que aparezcan en piedra viva; no obstante, se respetaron parte de los antiguos retablos y tallas originales. Se aprovechó para creosotar las maderas a fin de mantenerlas en óptimas condiciones.

Ya en 1655 había tres altares: el altar mayor dedicado al “Glorioso San Esteban”, otro lateral a Santa Leocadia y un tercero a “Santa Lucia Virgen y mártir”, cada uno con “sus sábanas de lienzo en la tierra”. Ese mismo año, con la dote de 30 ducados que ofreció la nueva serora Bárbara de Ubillos, se proyectó hacer un nuevo bulto de San Esteban pero se sustituyó por otro de Santa Lucía que costó 115 rs.v a lo que hubo que añadir los 92 rs.v correspondientes a su dorado. En la visita de ese año, el representante obispal de Pamplona ordena que no se ejecute ninguna otra obra antes de disponer de una nueva imagen de San Esteban. Pero estos mandatos no parece que se cumplieran hasta 1663, pues por las cuentas sabemos que gracias a una nueva dote de 200 ducados de la serora entrante María Miguel de Larramendi, el maestro arquitecto Pedro de La Tixera recibió en esa fecha 1.100 rs.v y distintas cantidades en sucesivas, hasta un total de 1.329,5 rs.v para la realización de un retablo que hizo para el altar mayor de la dicha ermita y bulto nuevo de San Estevan”. Tambien La Tixera preparó los dos colaterales de los altares de Santa Lucía y Santa Leocadia y la puerta principal de la ermita (por 800 rs.v.). Por último, se encargó un cuadro al óleo del “martirio del Glorioso Martir San Esteban que se hizo para el remate del retablo” (80 rs.v.). Durante casi un siglo no se realizarían reformas en imágenes ni altares. Las cuentas que presenta Martin de Ubillos Donachele del período de su mayordomía (1753/1758) recogen tan sólo 16 rs.v. entregados a Pablo de Echeverría por el dorado del bulto de San Esteban. A principios de siglo consta que había además dos cuadros, uno del Sagrado Corazón de Jesús y otro del Sagrado Corazón de María, además de los de las estaciones del Vía Crucis con inscripciones en francés.

La primera relación de bienes data de 1655. Por entonces poseía: cada altar sus sábanas de lienzo de la tierra, una casulla parda con su estola y manípulo, dos albas, dos misales el uno viejo que “ya no es de servicio” y el otro “andando”, un cáliz de plata con su patena, una lámpara con polca para encenderla y apagarla (en 1686 se cambió la cuenta y las cadenas que la sujetaban por 27 rs.v) y dos candelabros y otras tantas vinajeras de estaño que se adquirieron en 1726 (18 rs.v). D. Manuel de la Canal, Visitador General, ordenó en su inspección de 1753 que se comprara un misal haciéndose dorar y reparar el cáliz. Ese mismo año se pusieron dos bancos nuevos, y en 1758 seis candelabros de latón y una campana nueva. Nuevamente en 1786 el visitador insta a que se adquiera “un cáliz y una patena de plata sobredorada ésta y aquél por la parte interior para la celebración de las misas que se haian de decir en dicha ermita”. Y en 1805 insiste en que “se procure ahorrar para comprar un cáliz y patena” ya que la orden de 1786 estaban pendiente de cumplimiento. Un crucifijo para la sacristía y una palmatoria que costaron 11 y 3,50 pesetas en 1884 respectivamente y una campanilla tres años después, figuran como las aportaciones últimas hechas a la mejora de esta ermita.

Dentro de su historia, capítulo aparte corresponde a su campana. Las únicas referencias anteriores al siglo XIX hacen mención a los arreglos en su cordería: en 1658 se invierten para este capítulo 1,5 rs.v, dos reales en 1664 y cuatro para cuerda nueva y arreglo de su badajo en 1762. También sabemos que en 1758 se puso una campana nueva y en 1888 la arreglaron por 40 pesetas. Un curioso informe de finales del siglo XIX pero sin firma y depositado hoy en el Archivo Municipal de Andoain aporta algunos datos: En el barrio Sur de esta villa se encuentra una Hermita Hermosa redificada desde 1881. En dicho año fue nombrada una nueva comisión de fábrica en bista del mal estado en que se encontraba. Y al efecto fuí tambien nombrado el que suscribe en dicha comisión en el que propuse el derribo de la dicha hermita y levantar de nuevo; y a cuya proposición se aderieron todos los comisionados y tambien les ofrecí en aquel acto que traería una campana que poseíamos la sociedad Soroa y sobrinos en la isla de Cuba, en la parte de Buelta abajo, término municipal de Candelaria en el punto llamado Manantiales. En el que poseíamos el cafetal la merced; teníamos dicha Campana para llamar a los trabajadores. La presencia de la campana es por compra de dicha finca con sus prendas. Y tenía una inscripción en letras góticas dedicada a Nuestra Señora de la Merced fechada en 1825 y muchas personas solían decir que sería importado dicha prenda por los mercedistas y fundido en Barcelona.. Así pues escribía mi querido tío Don Antonio Soroa y Muñagorri a mi hermano Dn Ignacio Mugica. Mis socios en aquella fecha; y hoy propietario de la finca: mi hermano, deciéndoles la oferta que habia hecho de la Campana a la hermita de San Esteban; y que remitieran con destino a esta en efecto así lo hicieron gustosos; embarcando en el muelle de La Habana por la casa J. Garin y Compª a la consignación de D. Jose M Elizaran del Comercio de San Sebastian. Es quien recibió y me entregó, y a la vez tambien entregué yo a la comisión de Fábrica como regalo que hacíamos a hermita de San Esteban; para que en lo sucesivo sirviera a los fiejes hoyentes y de votos de San Esteban. Y así fue colocada en el campanario la hermosa campana, y hubo quien dijo el badajo que parecía demasiado recio y mejor sería cambiar de badajo; y asi por dicha proporción apearon del campanario y pusieron nuevo badajo en una herrería; pero mal colocado sin juego y demasiado largo y por cuyo motivo se arrajó y entonces se vio el ayuntamiento obligado mandar refundir contando con la Junta de Fábrica; y así mandaron a Vitoria a la fundición de los Señores Echebaster e hijo, y según noticias fidedignas la campana al empezar romper y hacer pedazos para hechar al crison se vieron los operarios dicho fundicion daban golpes a toda fuerza con martillos que pesan dos arrobas, y por mucho que le pegaban no podian romper, y en esto que cedía pues no rompía dio sospechar que no era metal que ellos acostumbraban fundir de bronce, que es lo que se sabe de dichas noticias y mas el periódico de Vitoria publicó que la dicha campana resultó ser de oro y plata elevando su valor a veinte y nueve mil quinientos duros es lo que ha llegado a mis noticias de los periódicos pero en nada de la casa fundadores ni de la junta de la fábrica”. Llegados a 1915 nuevamente hay necesidad de refundir la campana pues la actual está rota. A tal fin de piden ofertas y tras un estudio por la comisión, se falla a favor de Hijos de Ignacio Murua de Vitoria. Una vez confeccionada la nueva pesó 135 kilos y el badajo 3 kilos, salió por tren camino de Andoain el 13 de junio de 1915, llegando a nuestra villa dos días después. Los Murua, según factura del 16 de junio de 1915, cobraron en realidad 115 ptas toda vez que regalaron el badajo. Francisco de Etxeberria recogió a principio de los años veinte la siguiente tradición (Aiendi era una de las casas principales de Andoain): “Orko kanpana Aiendi-ko indianuak Habanatik ekaria omen da. Amairu oroa pixatzen omen zun urtaririk gabe. Geroztik berituba da bai, oarin zazpi urte”. “La campana de ahí la trajo de Habana el indiano Aiendi. Dicen que pesaba trece arrobas sin yugo. Posteriormente ha sido refundida hace siete años”

Desde tiempos lejanos, dos son los ritos por los que los fieles acuden a ella. La curación o protección de los males que afectan a la vista, y para sanar o prevenir los males de cabeza. Aita Barandiaran, cita la forma que tienen los ritos que se realizan en ella "En la ermita de San Esteban de Goiburu existe una imagen de Santa Lucía, la cual sostiene un plato en que se hallan representados dos ojos. Los peregrinos tocan con pañuelos estos ojos y luego los suyos propios. Creen que esta práctica los preservará de los males de ojos. Y continúa "... Acuden a recibir la curación o protección de Santa Lucia quienes tienen problemas con la vista. Antiguamente en día de su fiesta se colocaba la imagen sobre la mesa del altar y un cajón para que la gente subiera y pudiera tocar con un pañuelo los ojos que la figura porta sobre un plato, y posteriormente los suyos propios. El resto del año, si alguien lo pedía se habilitaba una escalerita para acceder a la figura en el retablo". Y continua: "Tambien impetraban los fieles curación o protección contra los dolores de cabeza, para lo cual se introducía la cabeza en los agujeros que había a cada lado bajo el altar hasta la reforma de 1966, y en esa posición rezaban un Credo. Josefa Ansa (nacida en 1913), vecina del caserío San Esteban, cuenta que en otros tiempos acudía mucha gente a la ermita para sanar o prevenir los males de cabeza. Para ello, bastaba con introducir la cabeza en los agujeros que había a ambos lados del altar mayor y rezar un credo en esa posición. Estos agujeros se cerraron en la reforma de 1966

En Andoain asimismo, hasta hace años, se hacían rogativas los tres días anteriores a la festividad de la Ascensión del Señor. El primer día había procesión rezada por los alrededores de la parroquia, el segundo se iba en procesión a la ermita de la Santa Cruz de Lizaur y el tercero a ésta de San Esteban. Todavía hoy se sube en vía crucis rezado a San Esteban cada Viernes Santo: a las 7 de la mañana los mayores y a las 10 los niños y jóvenes. En 1659 se celebraron misas en esta ermita los días de Navidad, Difuntos y del Espíritu Santo. Al año siguiente sólo se oficiaron en las festividades del Espíritu Santo y 2º día de Pascua, y nada más que esta última en 1661/2. En el siglo XVIII, entre 1759/67, se celebraban cinco misas al año; los días de San Esteban, Santa Lucía, Santa Leocadia, segundo día de Pascua y día del Espíritu Santo. Lo más común era abonar dos reales por cada misa al celebrante, si bien en ocasiones, llegaron hasta los 3,5 y 4 reales de vellón. A partir de 1882 se hacía misa con sermón el 3 de agosto, festividad de San Esteban, entregando al oficiante lo recaudado entre los asistentes. Otras veces el celebrante y el predicador eran sacerdotes diferentes. A los monaguillos se les daba alguna propina y se les invitaba a comer junto con el sacerdote y organista. También se congregaban los fieles el domingo posterior a San Esteban, así como el 13 de diciembre, festividad de Santa Lucia, además de las mismas habituales encargadas o en memoria de algún benefactor. Francisco Etxeberria recoge en 1924: “Y el diezmo de este barrio solía ser para San Miliano (San Millán?). San Miliano sería el cura de ahí (San Esteban). Hace treinta y seis años se rezaba el rosario en la cuaresma y solíamos cantar. Y no sé por qué se perdió esa costumbre”.

Hoy día se celebra misa los festivos y vía crucis el Viernes Santo, partiendo a las siete de la mañana de la parroquia. A principios del siglo veinte, la limpieza de la ermita se encontraba organizada entre la gente de barrio de la forma siguiente según un cuaderno manuscrito que circulaba por entonces: El ayuntamiento de esta villa ha costeado el arreglo de los desperfectos que existían en la ermita de San Esteban y la ha dejado bien blanqueada y en buen estado, y los vecinos que habitan el barrio donde está situada dicha ermita, han convenido en atender a la conservación y limpieza de la misma, y han establecido el turno consiguiente para proceder al barrido y quitar los polvos cada quince días, siguiendo el orden que se indica en la lista que se pone a continuación. La llave de la puerta de entrada a la ermita obrará en poder del vecino Jose Ramón Garmendia, del caserío Bulano. ….. En los caseríos de dos viviendas, se pone primero el nombre del caserío y después el apellido del cabeza de familia para dar el orden de la numeración. Si alguno de los vecinos se negare a recibir el cuaderno y proceder al barrido y limpieza de la ermita cuando por turno le corresponda hacerlo, se entregará dicho cuaderno al Sr. Alcalde a fin de que este disponga lo más procedente. Se señala la lista de los caseríos así como el orden en que limpian la ermita.

Aunque la festividad del santo es la del 26 de diciembre, la fiesta de la ermita se celebra el 3 de agosto. Por la víspera es costumbre voltear la campana. A las diez del día 3 suele haber misa diaconada con panegírico del Santo. Ese día no se trabaja en el barrio sin verdadera necesidad. Despues de la misa se toca el iun-iun, y la gente joven ejecuta algunos bailes tradicionales. A la tarde bailan el aurresku y algún otro baile como han hecho a la mañana. Al domingo siguiente cada familia del barrio celebra su banquete al cual invita a sus parientes. A la tarde, después de las vísperas y el rosario de la parroquia, la banda municipal sube a San Esteban a ejecutar sus bailables, y entonces la juventud que viene de Tolosa, Villabona, Aduna y Urnieta baila toda clase de bailes (sueltos y agarrados) que nada tiene que ver con las tradicionales del país. Al anochecer se retiran todos. En la actualidad las fiestas duran varios días: hay exhibiciones de deportes rurales, partidos de pelota, juegos infantiles, bersolaris, trikitixas y sus famosas y multitudinarias verbenas populares que atraen al mocerío de la zona. Luis Pedro Peña Santiago, señala: "lo más popular de los tres días de festejos o aquello que con mayor jolgorio toman sus vecinos es el juego del Ollasko-Jokua (juego de los pollos), del que hablo en Aduna, y cito también otros lugares como Amasa, Oiquina, Legazpi y el barrio de Buruntza de Andoain. Al sábado siguiente al 3 de agosto, o el tercer día de las fiestas, a las cinco de la mañana, acompañados por un acordeonista salen los mozos por los caseríos a recoger los pollos para el Ollasko Jokua. Hacia la una de la tarde, en la plaza de San Esteban, se celebra el juego en que participan todos los mozos acompañados del acordeón. Despues, comida de hermandad y al atardecer romería con triki-trixa".


14.- BIBLIOGRAFIA

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"Fiestas tradicionales y romerías de Guipuzcoa". Pag 40. Ed Txertoa. San Sebastian 1973.
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