Esta
ermita se sitúa a unos 2 kilómetros de la parroquia de Soraluce. Para llegar a
ella, antes de entrar al pueblo dirección Bergara, se toma una salida a la
derecha que conduce a la empresa Recambios Goil. Por ella surge un cruce de
tres carreteras donde se toma la de la izquierda y tras un kilómetro, se llega
al caserío Ernizketa o San Marcial (sus bases pertenecen a una antigua
casa-torre). Detrás se encuentra la ermita y junto a ella, el camino público
que conducea las ermitas de Santa Águeda, San Esteban y San Salvador de Eibar.
Antaño pudo ser una atalaya desde la que se vigilaba la entrada a la villa. Encima
de su puerta, el dintel lleva incrustado un letrero que señala “Ermita dedicada
a los Santos Mártires Emeterio y Celedonio”, hermanos y soldados decapitados
hacia el año 300 de nuestra era cristiana. El martirio lo sufrieron en tierras
riojanas y la devoción fue una consecuencia de la pertenencia de las gentes de
Soraluce, durante muchísimos años, a la diócesis de Calahorra.
Ya
en 1556, el licenciado Martín Gil la citaba como ermita de San Medel cuando por
aquellas fechas la villa de Placencia se componía de unas 150 familias. Lope Martínez de Isastila cita como
existente en 1625 si bien Ramiro Larrañaga
apunta “la veneración a estos santos
data de los primeros tiempos de la conversión del cristianismo ya que en
Hernizqueta se les erigió una ermita que aún subsiste. Hay indicios de que
tanto ésta, como el santuario de Nta Sra de Ezozia, datan del siglo XI, época
en que los soraluzetarras pasan a pertenecer a la Diócesis calagurritana”.
El edificio
es una planta rectangular con tejado a dos aguas y orientación E. Sus medidas
exteriores de 19,7 m. y 11,4 m. incluyen el atrio lateral y posterior. El alero
posterior tiene 3,5 m. de vuelo y el del muro izquierdo 3,2 m. El pórtico de
madera resguarda una serie de mesas y bancos que sirven para la romería del día
de su fiesta. En el muro derecho, una ventana y la puerta de entrada a cuya
izquierda labrado en la piedra se lee: “31.1.37 J.P. y C.R DE YESA”, junto con
las aspas de San Andrés, huellas con seguridad de los carlistas navarros que se
atrincheraron aquí durante la guerra de 1936. En el muro izquierdo, otra
ventana y la puerta a la sacristía de 2,7 m.y 2 m. con ventana al exterior. En
el muro posterior y bajo el coro dos ventanas más. Sobre el hastial del
presbiterio, la espadaña de piedra con tejadillo a dos aguas y cruz de hierro
forjado en su ático.
Su interior
de 13,6 m. por 6,3 m. Bóveda trapezoidal sobre el presbiterio, el cual está
separado del resto por una pequeña verja de hierro forjado. En el altar, un
retablo colorista plateresco de la primera mitad del siglo XVI, repintado en
1978 por los vecinos de los caseríos de los alrededoressin consultar a nadie y
en contra de la voluntad de los propietarios del caserío Ernizketa, con las
figuras descabezadas de los Santos Emeterio y Celedonio, llevando en las manos
su propia cabeza, separados por una jamba historiada.
Juan San Martín
realiza la siguiente descripción de este altar “Se
trata nada menos que de un retablo plateresco, de la primera mitad del siglo
XVI, muy digno de ser incorporado al catálogo guipuzcoano de Arte del
Renacimiento. He aquí su traza: de un solo cuerpo, con dos calles, tallado y
policromado (como queda dicho, recientemente repintado). En sus hornacinas
rectangulares San Emeterio y San Celedonio. Una jamba decorada en el centro
separa los dos nichos de los mártires decapitados, esculturas de pie, casi de
tamaño natural, sosteniendo las cabezas en sus manos. Columnas jónicas a ambos
extremos del retablo, con fustes estriados y con el tercio inferior decorado.
En el ático figura un altorrelieve del Señor, a medio cuerpo, rodeado por
cuatro ángeles celestiales. Completa la iconografía, unos cuadros del Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen María que flanquean el retablo
central. A la derecha de la nave, en otro altarcito, una talla de San Marcial.
Púlpito con tornavoz coronado de una paloma trinitaria. En la pared, cuadros de
San Ignacio de Loyola y San Antonio, éste sobre la puerta de acceso a la
pequeña sacristía. Una lámpara eléctrica pende del techo. Posee coro. La misma
cabecera de la ermita está curiosamente decorada, con bóveda y frontal
simulando una estructura arquitectónica flamenca. Todo el ambiente denota
influencia flamenca.
Domingo
Irigoyen recoge en Eusko Folklore 1934 que celebra su gran fiesta el primer
domingo de setiembre. En dicha festividad tenían lugar dos costumbres muy
enraizadas en el pueblo: la “sopia” y la “karidadea”.Con destino a ambas, desde
la víspera se ponían tres hermosos calderos de cobre con carne, dejando que se
hiciese durante la noche. Desde las cuatro de la mañana del día siguiente llegaban
gentes del pueblo y caseríos cercanos con pan (ogia) que entregaban a los mayordomos
de la ermita, llamados “de calle” y “de caserío”. Estos los metían en el caldo
del caldero y cuando ya estaba reblandecido, lo sacaban, lo entregaban a los
peregrinos y los llevaban al caserío para comerlo en el caldo del día. Esta
costumbre se perdió a comienzos de los años 1970. Era la llamada “sopia”
La otra costumbre era la llamada
“caridad”. El Mayordomo de caseríos iba por las casas y pedía el
“Opiltxikibatzuek” (algunos panes pequeños) entregándole por lo general un
celemín de trigo. Recogido todo él, lo entregaba en la panadería donde le hacían
unos pequeños panecillos (opiltxiki). Los recogía y los llevaban a la ermita donde
los bendecía el cura. Allí, los rellenaban con carne y los entregaban a cambio
de una limosna. Esta labor la completaba el “mayordomo de calle”quien recorría
los caseríos de los alrededores apuntando quienes querían los opiltxiki,
recibía la limosna y esa misma mañana un chico entregaba la “caridad” casa por
casa. El dinero recogido era para sufragar los gastos de la ermita. Esta
costumbre la cita Lope Martínez de
Isasti en 1625
También José Miguel de Barandiaránrecoge en Eusko Folklore de 1922, una
variante: “el día de San Marcial, junto a
la ermita de este santo, preparan unos calderos y matan una ternera, y cuando
la están asando, se acercan muchas personas provistas de pan que, por turno, lo
empapan en el caldo, lo llevan a sus casas y con él, las familias hacen sopas.
La carne se corta en raciones regulares y la distribuyen con pan a los
asistentes. A esto llama karidadea”.Antxón
Aguirre Sorondo explica otra variante más moderna de la misma costumbre”La víspera de la celebración, sábado, en la campa se
hace una gran verbena con asistencia masiva de jóvenes de toda la zona (en 1991
terminó a las 4.30 de la madrugada). Tras la misa del domingo se invita a la
“Karidadea’ a todos los asistentes, que consiste en caldo y pan con chorizo
(antes era a base de carne, que incluso se repartía por los caseríos de la
zona). En el exterior del templo se elaboran 150 litros de caldo en dos
recipientes de cobre antiguos, siguiendo una receta invariable: agua, sal,
puerros, carne, garbanzos y huesos. Después hay juegos
populares, bertsolaris y deporte rural. Tras el hamaiketako, a mediodía, se
reúnen los caseros que forman la cofradía a comer paella y la carne de la
‘Caridad”.
Su
campana toca “a difuntos’ (golpes lentos y separados) siempre que fallecen
personas de los caseríos de las inmediaciones, y también la hacen tañer durante
la conducción del cuerpo a la parroquia. El mayordomo de la ermita se designaba
anualmente entre los etxekojaunak (cabezas de familia) de los caseríos vecinos.
Actualmente el cargo lo ejerce de manera permanente y desinteresada una misma
persona.
BIBLIOGRAFIA
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"Retablo plateresco de los Santos Mártires en Ernizketa de
Placencia" en BRSBAP año 35 cuaderno 1-2 p 268-272. San Sebastian 1979.
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