Llegado este momento creo que no queda más remedio que
tratar, aunque sea superficialmente, del tema de actualidad: el COVID-19, habitualmente
conocido por Coronavirus.
Al parecer estamos llegando a los inicios del “desconfinamiento”
o “desescalada” domiciliaria a la que hemos estado y aún seguimos sometidos, oficialmente
desde el 15 de marzo de 2020.
A pesar de todas las noticias que nos llegaban del exterior,
primero de China y posteriormente, de Italia, en el Estado español se demoró un
poco la decisión de confinamiento en nuestros domicilios, sin poder ejercer
ninguna actividad laboral, cultural o de ocio. A pesar de que no se tenían
noticias claras del proceso, ya en enero y febrero había indicios de que podían
existir casos en España, quizás porque los síntomas eran similares a una fuerte
neumonía.
No es cuestión de responsabilizar a éste u otro gobierno;
creo que no se ha percibido claramente el peligro que se nos venía encima y, por otra
parte, tampoco se han adoptado decisiones valientes en los inicios, como se ha
hecho en otros países, quizás por no querer paralizar totalmente el país, como
ha ocurrido cuando se ha hecho efectivo el confinamiento.
Ahora que ya estamos en fase (4 etapas) de llegar a la “nueva
normalidad”, como ahora la llaman, me gustaría comentar algunas cosas. Ha
habido muchísimas cosas negativas en esta situación, sobre todo los fallecidos y sus familiares así como los enfermos que lo han pasado fatal y se han podido recuperar. También la situación de los sanitarios, con
su falta de protección, su total dedicación, a pesar de todo; todas las
personas que se han quedado sin recursos, bien trabajadores, autónomos con pequeños
negocios que han tenido que cerrar, etc. También y yo creo que en menor medida,
las personas que nos hemos quedado en casa, por edad (mayores, niños, etc.)
Una vez dichas algunas de las cosas negativas, me gustaría
quedarme con algo de lo positivo que podemos sacar en conclusión.
- En primer lugar, la solidaridad y comunicación
entre personas. Muchos quizás no conocíamos ni siquiera a las personas que
vivían frente a nuestras casas, puerta con puerta, ni por supuesto al resto de
vecinos, o sí, conocidos de vista (hola y agur). Quizás dentro de poco tiempo,
cuando llegue la “nueva normalidad” volveremos a nuestro “aislamiento social”, porque
nuestra memoria es frágil, sobre todo para algunas cosas, pero espero que algo
positivo quede de estos encuentros entre ventanas, aplausos, etc. etc.
-
Otra de las cosas positivas que sacaremos de
este doloroso trance, es que la higiene es importantísima y que por las manos
llegan a nuestros cuerpos todos los virus, bacterias, etc.etc. Por eso, aunque
ahora pueda parecer de chiste y de hecho se han hecho multitud de ellos, hay
que lavarse las manos bien y con jabón, varias veces al día, pero sobre todo
cuando regresamos a casa, tras una jornada laboral o de ocio, porque en la
calle estamos en contacto, sin darnos cuenta, con muchas superficies
potencialmente “sucias” debido a su utilización por otras personas.
- Y por último, y no menos esencial: ¡¡¡qué
importante es la familia!!! Y ¡¡¡cuánto se le echa de menos!!! Que necesidad de
vernos, tocarnos, abrazarnos, con los hijos, nietos, hermanos, padres. Gracias
a los medios tecnológicos por lo menos nos hemos visto y hemos podido hablar
por videoconferencias, aunque no sea lo mismo.
Me voy a permitir entrar en lo personal. Yo tengo la suerte
de que, aparte de la familia con la que no he podido relacionarme
personalmente, tengo como vecinos a una
estupenda pareja, que me han ayudado en todo momento en cualquier cosa que he
necesitado. Además, desde el primer día, establecimos una cita diaria, después
de los aplausos de las 20.00, para tomarnos un vino juntos, eso sí cada uno en
su casa, con las puertas abiertas y el descansillo por medio. Creo que en todos
los años que llevamos viviendo en esta casa, no nos habíamos visto y hablado
tanto como ahora.
En estos momentos se están tomando medidas para aislarnos de
las personas, cuando se vayan normalizando nuestras relaciones: mamparas en
taxis y autobuses así como en bares, cafeterías, restaurantes. También en los
pequeños comercios que se vayan abriendo poco a poco. A este respecto, ayer me
recordaron que en la pandemia de la gripe española (1918), en la que murieron
miles de personas, se instalaron protecciones en todas las instituciones
públicas. De ahí que, por lo menos los de más edad, recordemos la “ventanilla”
en los bancos, oficinas de correos, etc.
etc. y que a lo largo de los años han ido desapareciendo. Ahora ocurrirá lo
mismo?
Nuntxi Pérez Sagrado
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