Nuestros bosques están muertos o agonizando. Las aguas de nuestros ríos están envenenadas. Donde en otra época había montañas, hoy quedan canteras oxidadas, como cicatrices en la Tierra.
Esto es lo que la minería le ha hecho a nuestros territorios. ¿Qué pasaría si desatáramos el mismo horror en nuestros mares?
En Noruega, el comité encargado de permitir la minería submarina acaba de dar un paso importante que podría allanar el camino para esta industria, y solo tenemos unas semanas para convencer al Parlamento completo de que hay algunas puertas que es mejor no abrir.
Otros países costeros como Francia, Canadá o el Reino Unido son contrarios a la minería submarina, una actividad peligrosa y desconocida, pero basta que alguien se atreva a dar el primer paso para que la situación cambie, y el primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, está desafiando la creciente presión internacional e instando a los miembros del Parlamento a que aprueben esta actividad.
La buena noticia es que el mundo está empezando a darse cuenta y, según nuestros contactos en el país nórdico, la reputación internacional de su primer ministro ha sufrido un duro revés y los legisladores están sometidos a una presión intensa.
¡Solo faltan cuatro semanas para la votación clave! La atención global raramente se centra en Noruega en términos de protestas, de manera que una protesta internacional masiva podría inclinar la balanza y salvar nuestros océanos. ¡Firma ahora! |
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