Se encuentra en el camino de Oñati hacia el alto de Udana, en el barrio de Olabarrieta, a unos 400 metros del santutxo de San Cristóbal y unos 2.500 metros del centro de la población. Su centro religioso, vulgo llamado “Olabarta’ko ermitia”, corresponde a San José.
Edificio orientado al NE, rectangular con ábside trapezoidal del que se desconoce la fecha en que fue erigido. Sus esquinales son en sillería mientras que el resto es de sillarejo, con tejado a tres aguas. Sus medidas exteriores totales son 25,6 m de largo por 16 m de ancho. Cuenta con sacristía con dos ventanas al exterior y un frontón adosado a su izquierda (de 16,8 x 3,8m), comunicados por sendas puertas. En el muro derecho dispone de tres ventanas, una de ellas en forma de óculo sobre el presbiterio. La espadaña de sillería sobre el muro izquierdo, con tejadillo a dos aguas, cruz y veleta. En el muro frontal la puerta de entrada y tres ventanas, a los lados y central a la altura del coro en ojo de buey abocinado.
Isabel Astiazarán describe la historia y comienzos de este territorio cuando señala: “el hábitat rural de Oñate es muy extenso y en torno al pueblo se desarrollaron desde muy antiguo gran número de caseríos o barriadas que contaron muy pronto con su propia iglesia. Hoy día Oñati cuenta en su entorno con unas veinticinco. Una de ellas, ésta de Olabarrieta, aparece ya citada documentalmente en 1149. Su población se ordenó en una cota baja, formando núcleos de edificaciones con algunas casas dispersas en plena solana, a pocos kilómetros de la trama urbana de Oñate. Buena parte de los vecinos se dedicaban a las tareas agrícolas, y poseían como templo la ermita de San José”, denominación que se toma a partir de la cofradía de este nombre que se constituyó en ella. Sobre esta cofradía, Zumalde señala que “se desconoce el año exacto de su fundación pero que el templo ya existía en 1620 bajo la denominación de San José, nombre de la cofradía que se constituyó en ella”.
Fueron sus componentes quienes decidieron en 1618, levantar el retablo mayor a su costa. La realización de la obra se encargó el 12 de noviembre de dicho año al escultor Andrés de Zubía Araoz por sus mayordomos Juan de Anduaga y Juan de Aconiaga. Para llevarlo a cabo fueron firmadas las condiciones por el bachiller y rector de la cofradía Francisco de Lizalde y el Doctor Juan García de Olarán, cofrade y hermano de la misma, previa licencia cursada el año anterior por el Obispado de Calahorra y la Calzada. El precio acordado por el retablo fue 2.000 R., abonándose en dos partes: una a la firma de la escritura y la otra a la entrega que debería realizarse en dos años. Aunque la construcción fue de mediano formato y no podía alcanzar un elevado costo, atrajo a un número considerable de postores. Los días 16 y 17 de abril de 1618, se celebraron las pujas, la primera dentro de la ermita y la siguiente en terrenos del Convento de San Miguel. Las ofertas de salida comienzan en 1.000 D. por el maestro Juan de Mendiarás, vecino de Villarreal; después ofertó Pedro de Eguía vecino de Escoriaza. Al día siguiente entraron en la subasta el vecino de Vitoria Pedro de Ayala, Felipe de Goyenechea oficial de Escoriaza, Miguel de Goroa de Asteasu y Francisco de Capiacelain, consiguiendo rematar la obra Andrés de Zubía, vecino de Oñate quien ofrece como fiador a Francisco de Angiacelay. Este abona 600 mrs como garantía.
Isabel Astiazarán trascribe como apéndice documental la “Licencia para la ejecución del retablo” (Archivo Histórico de Protocolos de Guipúzcoa. Partido Judicial de Vergara (Oñate). Protocolo 3.061, 227-230)
En la villa de Oñate a doce días del mes de noviembre de mil y seiscientos y diez y ocho años ante mi el presente escribano y testigos parecieron presentes de la una parte Joan de Anduaga y Joan de Asconicaga mayordomos de la cofradía de la ermita del señor san Joseph de esta villa sita en la vecindad de Olavarrieta término y jurisdicción de ella por si y en nombre de la dicha cofradía y de los demás cofrades de ella sus hermanos por quienes prestaron caución en forma a que estarán y pasarán por lo que de suyo se declarara so expresa obligación que para ello hicieron de cualquiera bienes pertenecientes a la dicha cofradía en cualquier manera y de la otra, Andrés de Zubía Araoz escultor como principal y Francisco de Anciacelay como su fiador y principal pagador obliga y saneador.
Todos vecinos de la dicha villa y dijeron que la dicha Cofradía había acordado que a costa de ella se hiciese un retablo para el ornato de la dicha cofradía y mejor servir a Dios Nuestro Señor y a la Virgen Santa Maria Nuestra Señora y al dicho glorioso santo Joseph con los bultos y al modo y traza que queda en poder de mi el dicho escribano firmado al pie de él de mi nombre y del dicho Andrés de Zubia y con las condiciones y de la forma que se declara en ellas que son seis y están firmadas al pie de ellas del bachiller Francisco de Lizarralde presbítero, rector de la dicha cofradía y del doctor Joan García de Olazaran hermano de ella usando para ello de la licencia y facultad concedida por el señor Provisor y Vicario General de este Obispado, de Calahorra y La Calzada que todo ello así bien queda por el registro en uno con esta carta en poder de mi el dicho escribano y por orden de la dicha cofradía se puso en pública almoneda por voz de pregonero la dicha obra y como en último ponedor se remató en el dicho, Andrés de Zubia por dos mil reales que la dicha cofradía le hubiese de pagar por ella y quedaron de hacer y otorgar cerca de ello escritura pública en forma como consta de los autos de las dichas almonedas por testimonio de mi el dicho escribano a que se refieren y ahora se habían juntado para efecto de otorgar la dicha escritura y que siéndolo poner en efecto y cumplir el dicho Andrés de Zubia de su parte con el dicho remate el dicho Andrés como principal obligado y el dicho Francisco de Anciacelay como tal su fiador y pagador ambos juntos de mancomún y a voz de uno o de ellos por si y por el todo in solidum renunciando como expresamente renuncian la ley de duobus res de bendi y el auténtico de ochita fide iussoribus y los demás de la mancomunidad y fiadores como en ella se contiene. Dijeron que se obligaban por sus personas y bienes inmuebles y raices habidos y por haber a que dentro de los dos años primeros siguientes convenidos en una de las dichas condiciones a su propia costa harán y acabarán la dicha obra de todo punto y perfección al tenor de la dicha traza y modelo y de las dichas condiciones y de cada una de ellas sin exceder de ello en cosa ni en parte y la ponga en la dicha ermita so las penas contenidas en las dichas condiciones y cada ellas y que aquellas sean llevadas a pronta y debida ejecución y demás de ello pagarán a la dicha cofradía las costas daños y menoscabos que de lo contrario se le siguieren y recrecieren. Y los dichos Joan de Anduaga y Joan de Asconicaga por si y en el dicho nombre ambos juntos de mancomun y a voz de uno renunciando como renuncian la ley de duobus reis devendi y las demás de la mancomunidad como en ellas se contiene dijeron que se obligaban por sus personas y bienes muebles y raices habidos y por haber y obligaban los dichos bienes de la dicha cofradía que darán y pagarán al dicho Andrés de Zubía a su voz los dichos dos mil reales en que se le remató la dicha obra a los precios y según y como se declara. Nos el doctor don Francisco de Mena Provisor y Vicario General en todo este Obispado de Calahorra y La Calzada por su señoría el señor don Dedios González de Catuco obispo del dicho Obispado. Por las presentes y sustendi damos por mi su licencia en forma el mayordomo y cofrades de la cofradía de san Joseph sita en una ermita en los términos de la villa de Oñate para que sin incurrir en pena alguna puedan hacer el retablo contenido en la escritura con que sea a cuenta de los dichos cofrades y cofradía y no de otra manera que para ello se les da licencia en forma. Dada en La Calzada a diez y nueve de abril de mil y seiscientos y diecisiete años.
Por mandato del Provisor, Hieronimo Gutiérrez
En el mismo protocolo (Protocolo 3061, 231) se acompaña el plano del retablo de Andrés de Zubia: Diseño para el Retablo de la Ermita de Olabarrieta y las “Condiciones para la ejecución del retablo”
Las condiciones que se asientan por Francisco de Imaz y Joan de Laiz como mayordomos de la cofradía del señor san Joseph para el remate de la obra que la dicha cofradía trata de hacer en su ermita conforme al modelo y traza que tiene dada son las siguientes:
Lo primero que los materiales que ha de llevar la dicha obra sean incorruptibles secos y bien acondicionados y cortados de diciembre a junio y que por ningún caso se ha de consentir sámago alguno para que en ningún caso la pueda ofender la carcoma.
Las historias que ha de llevar en el dicho retablo son las que están escritas en la dicha traza que para este efecto está hecha y el realce de ellas cual conviniere para semejante puesto ha de ser de tercia de vara.
Que la persona en quien se rematare la dicha obra haya de dar toda ella acabada y asentada dentro de dos años primeros a su propia costa sin que pueda pretender más interés de aquello en que se rematare. Todos los hermanos han de seguir cuenta de la cofradía y no lo cumpliendo dentro de los términos pierda cuatrocientos reales.
Hase de obligar a la segunda de todo lo suso referido y que haya de cumplir a satisfacción de oficial que fuese nombrado para este efecto por la cofradía y cuando se hallaren algunos defectos se haya de demoler toda la dicha obra y la dicha cofradía la pueda hacer de nuevo a la misma traza a costa del dicho oficial en quien se rematare y para todo ello hade dar fianzas abonadas en esta jurisdicción o fuera de ella con abono de la justicia de la suya con sumisión a la justicia de la villa y con salario de seiscientos maravedís.
La paga ha de ser mil reales y el resto luego que entregare y asentare la obra por la permuta dentro de los dichos dos años.
La basa y la sotabasa arquitrabe y cornisa hayan de ser enteras sin juntas.... so pena de sacarles las piezas y hacerlas.., rematare la obra……
Sin embargo el plan propuesto en la traza original no se siguió plenamente a la hora de llevarlo a cabo. Señala Isabel Astiazarán “El retablo se modifica avanzando, en algunos aspectos hacia un concepto de mayor unificación más propio del barroco, cerrándose todo el conjunto de forma semiesférica, con un entramado de losanges y rosetas como fondo, en la parte superior. Lo mismo ocurre con la iconografía, ordenada bajo criterios sencillos, que se modificaría, adoptando como representación fundamental a San José y el Niño, colocándose dos imágenes en las hornacinas laterales superiores de San Antonio de Padua con el libro y Jesús sobre él, y un ángel con corona. De los relieves sólo se hizo según lo proyectado, el de la Revelación del ángel a San José y la Huida a Egipto, instalándose en el lado opuesto correlativamente: Jesús explicando ante los doctores y la Sagrada Familia. El sagrario lleva una pintura de Cristo Resucitado, cubierto con un manto movido por el viento, como el estandarte que porta en su mano. Estos cambios no sorprenden, pues el pueblo y las cofradías decidían muy directamente sobre las obras de arte que llevarían a cabo, sin otra limitación, que la impuesta por los fondos poseídos para sufragarlas. En este caso, es demostrable que no se atuvieron a la traza presentada al Obispado, ni a la licencia que habían obtenido. Posiblemente la clientela condicionó la estructura y el programa de esta empresa artística”.
Termina su trabajo realizando una valoración del trabajo de Andrés de Zubía “hemos de decir, que es más destacable su labor en lo estructural pues su arquitectura está bien trazada y ejecutada. En lo escultórico, posiblemente fue apoyado en la realización por sus ayudantes, exceptuando quizás la talla del titular que parece de su mano, por lo que sólo consigue en el resto de sus imágenes y relieves, una apariencia tosca y una mediocre manufactura, lo que hace desmerecer la apreciación del conjunto”.
Entre los acontecimientos históricos más señalados en torno al edificio cabe destacar que en 1689, el Papa Alejandro XIII expidió una bula a la ermita concediéndola indulgencias. Durante el siglo XVIII, a partir de 1769, se cerró por orden del Obispo, abriéndose nuevamente al año siguiente. Ignacio Zumalde señala que en 1785 varios vecinos de Oñate pidieron al Ayuntamiento ordenase traer en procesión la Cruz de Aizgorri para remediar la “suma necesidad de agua que experimentaban”. Previa autorización del Alcalde de Cegama, se trajo la Cruz y se depositó en esta ermita, a donde el Cabildo y el pueblo fueron a recogerla en procesión llevándola a la iglesia parroquial donde permaneció durante los tres días que duraron las rogativas.
A lo largo de la historia recibió diversos donativos y mandas: se conserva un cáliz de plata sobredorada proveniente de la desaparecida ermita de San Cristóbal, cerrada al culto hacia 1769 por su mal estado siendo trasladados sus enseres a otras ermitas. El cáliz presenta un grabado donde se puede leer: “ESTE CALIZ DIO DE LIMOSNA MADALENA DE ARRACOLA A S. CRISTOBAL 1615”. Madalena fue serora de dicha ermita de San Cristóbal y estas donaciones eran frecuentes que se realizasen por las seroras que se ocupaban de su cuidado. La organización Arrazola.org ha investigado la entidad de esta Madalena pudiendo afirmarse que se trata de la hija de Juan de Arrázola y María de Eizaguirre dueños y moradores de la Casa Arrazola de Suso o Garaikoa, bautizada en Oñati en 1572. Miguel Antonio de Izaguirre, según un documento de 1793, tenía fundada en esta ermita una capellanía para que se celebrasen misas en su memoria. Entre las curiosidades, el 29 de mayo de 1627, se encontró en su puerta una niña expósita a la que se bautizó como Josefa de San Joseph.
Hasta los años setenta se tocaba la campana todos los días al mediodía (avemaria) y al anochecer (illunabarrean). Sus campanas tañían a difuntos (hil kampaia) por la mañana si fallecía un vecino durante la noche, a mediodía cuando el deceso ocurría por la mañana o al atardecer si el desenlace se producía por la tarde. Al día siguiente, tañían las campanas a primera hora de la mañana, de nuevo cuando llegaba el cura a la casa (abal-etorrixa) y por último mientras salía la comitiva fúnebre hacia la parroquia de San Miguel, se reemplazaba por la campana de la ermita de San Lorenzo al paso por sus cercanías, y sucesivamente por las del convento de Bidaurreta y ermita de San Martin hasta que la comitiva llegaba a la parroquia de San Miguel, donde se despedía el duelo y daba comienzo el funeral; los anderos con el ataúd y un sacerdote continuaban hasta el cementerio para proceder a su inhumación acompañados por el retumbo de la campana de la cercana ermita de San Juan. En días de fortísima tormenta el sacristán sacaba al exterior de la iglesia la imagen del Sagrado Corazón de Jesús con una lamparilla, rito que se abandonó hacia 1950. Antiguamente se rezaba el Santo Rosario y un Vía Crucis la tarde del domingo y días de fiesta.
Las fiestas de San José Obrero se celebran el fin de semana próximo al 1 de mayo. Tras la misa hay carreras ciclistas, verbenas, juegos para niños, deporte rural, etc. Todos los domingos a las tres de la tarde se rezaba el rosario y se hacía el Vía Crucis, dirigidos por el sacristán. Tambien se hacía la novena de la Dolorosa y a San José. Durante la Semana Santa se suspendían estos oficios para que la gente acudiera a los que se celebraban en la iglesia de San Miguel. Hoy día se dice misa todos los días festivos.
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