viernes, 14 de noviembre de 2025

Ermita Santa Engracia en Aizarna

La ermita de Santa Engracia de Aizarna se sitúa en un altozano sobre el valle de Granada-Erreka, desde la que se disfrutan espléndidas vistas. El acceso puede hacerse por la carretera de Aizarna a Régil. Tras pasar el Humilladero de Nuestra Señora del Carmen se toma un camino vecinal hasta la venta de Etumeta (Santa Engraziako Benta) donde puede dejarse el coche. Tras caminar unos 300 metros se accede a ella (unos diez minutos a pie).

 

Existen pocos datos sobre su origen. Su construcción se atribuyó a los templarios pero no se ha encontrado ningún documento que lo corrobore. Otras fuentes señalan que pudo haber sido una especie de fortaleza para defensa y vigilancia del entorno y que cuando perdió esa función, el edificio se convirtió en iglesia. Quizá fuese una iglesia pagana antes de la introducción del cristianismo. Pero estas ideas no dejan de ser conjeturas no documentadas. Se piensa que fue la primera iglesia parroquial de Aizarna.

Saturnino Ruiz de Loizaga señala que el documento escrito más antiguo en que se la cita data de 1405 y se encuentra en el archivo del Vaticano. Se trata de una bula y lleva la rúbrica del papa Benedicto XIII en Savona (Italia). El documento escrito en latín dice “El papa Benedicto XIII (papa Luna) concede una serie de indulgencias a todos aquellos fieles que en determinados días visiten la capilla-ermita de Santa Engracia de Aizarna y con su limosna ayuden a su reparación y culto”. En su testamento de 1526, Juan Sebastián Elcano deja una manda a su favor “Item mando a Santa Engracia de Aizarna, un ducado de oro”. Murugarren la cita este mismo año como Santa Engracia de la Peña. En el Compendio de 1625 de Lope Martínez de Isasti señala al referirse a Aizarna “… La iglesia de nuestra Señora de Aizarna es muy antigua, que fue de los religiosos templarios; y en su distrito está la basílica de Santa Engracia en lo más alto de una montaña peñascal de mucha devoción, cuyo patrón es el rector de Aizarna; y los días de Santa Cruz de Mayo, y setiembre hacen grande fiesta en la villa”.

Se trata de un edificio rectangular con ábside trapezoidal, de 15 por 11 m de ancho, orientado al E. En el muro derecho tiene dos aspilleras y una pequeña vidriera que da al presbiterio. Dos contrafuertes en el izquierdo. En la fachada principal una puerta a la que se accede superando tres escalones, aguabenditera a la derecha y ventana superior con arcos apuntados. Sobre ellos gran espadaña de sillería con vano en arco de medio punto, cornisa moldurada con tejadillo a dos aguas, cruz de piedra en su ático y pararrayos. Una gran campana cuya leyenda dice que hubo de subirse y arrastrada hasta el lugar por un carnero del caserío Apategui guardando una misteriosa inscripción que nadie ha podido descifrar. Se habla incluso que mantiene el secreto del lugar donde se esconde un fabuloso tesoro escondido en las proximidades de ese santuario fortaleza

Antes de la última restauración tenía un retablo central de principios del presente siglo, de madera sin policromar y escaso valor con la talla de la titular, San Marcos evangelista y Santiago peregrino. Aparte, apoyada en la pared, una talla de Santa Águeda. Hoy, ya desprovista de sus tres retablos, se venera en el centro una Santa Engracia, a la altura del altar de la derecha Santa Agueda; todos ellos protectores de caminantes, campos, tormentas y enfermedades. 

Hacia 1600 se fundó la Cofradía de Santa Engracia. Las Ordenanzas que ocupan 33 folios, se aprobaron en Azkoitia el 15 de julio de 1604 por el Visitador general del Obispado de Pamplona Licenciado Bartholome Daca. El ingreso en la Cofradía costaba dos reales y entre sus cláusulas Juan Erenchun anota: haya dos Mayordomos nombrados por los parroquianos por medio de “charteles” llevarán el Libro de Cofrades, funciones, ingresos y gastos. El primer domingo de Agosto “haya fiesta con misa solemne y colleta”: al final un responso y después un refresco para los asistentes. Este refresco consistía en una comida (con prohibición de asistir mujeres) “sin exceso ni desorden y que a cada cuatro cofrades que ha de alcanzar a comer en cada tajador o plato se les den cuatro libras de pan, dos de carnero, dos de baca y un açumbre de vino, requesón y fruta sazonando las ollas de tocino y especias que los mayordomos paresciere bien....” Cuando fallezca un cofrade “se toque a campana de la ermita y se avisen unos a otros y acudan todos con velas encendidas so pena de dos reales y recen 15 pater noster por el alma del difunto  Si se quema (lo que Dios no quiera) alguna casa de algún cofrade, pidan limosna para él; y si entre ellos hubiera pleitos o querellas “los procuren atajar entre todos”: que los cofrades “no se injurien de palabra ni de obra”: que “no jueguen a naypes ni delante de la ermita ni a distancia de un tiro de ballesta” y que “el cofrade que quisiera hablar o proponer alguna cosa en los ayuntamientos que se celebren “aya de comencar a hablar con buena crianca, levantado de pie y la caveza descubierta....

 

Desde siempre, la ermita ha recibido numerosas mandas en testamentos. Con el dinero que dejó María de Echagaray se sufragó en 1611 la construcción de un retablo con dos bultos, uno de Santa Águeda y otro de San Adrián, ejecutados por el imaginero de Asteasu Ambrosio de Bengoechea. En el mismo año, el mayordomo de la ermita acusó al rector de haberse quedado con 36 ducados de la dote de la serora, a lo que éste replicó que con ellos había hecho una cruz de plata, un crucifijo de madera y otras cosas.

Antxon Aguirre Sorondo enumera algunas de las seroras que atendieron la ermita: Gracia de Aramburu (1659-1674), Cathalina de Biquendi Mariana de Gorostegui (1667), María Pérez de Echaide, Gracia de Lizaso (1718), Gracia de Egaña, María Ignacia de Rezabal (1736), Francisca de Rezabal (1736-1740), y Mª Antonia de Irigoyen. En el siglo XVIII había tres seroras a su servicio, hecho que sólo ocurría en las ermitas de gran veneración. Adosada a la ermita había una casa seroral con horno para hacer pan, y un huerto murado.

En el Archivo Municipal de Zestoa consta que en 1691 la sacristana María Pérez de Echaide sufrió un robo. Cuatro individuos subieron a la ermita a caballo y le hurtaron la ropa, un cáliz, comida y dinero. Maltrataron a la mujer, dejándola atada de pies y manos. Detuvieron a Juan de la Villa, como presunto autor de la fechoría.

En 1735 se realizan importantes obras tanto más necesarias cuanto que su estado era casi ruinoso. En ellas se invierten los 550 rs con que se dotó la serora Francisca de Rezábal. El vecindario puso los materiales y la mano de obra necesaria (auzolan). A partir de ese año se reteja periódicamente y en 1819, el visitador episcopal ordena que “se pinten las tallas de Santa Engracia y Santiago, se entierre “el bulto pequeño de un Santo obispo”, se entierren o se pinten de nuevo las figuras de San Juan Bautista, Santa Bárbara y Santa Agueda, y se arregle y pinte también la de San Marcos”. La inspección de 1832 advierte sobre la necesidad de componer el pavimento y taponar las goteras.

 

 

En 1828 un rayó destroza la casa seroral y mata al ermitaño. Ante una nueva amenaza de ruina, en 1845 se acometen obras de reparación, cuyo presupuesto ascendió a 3.000 rs.v. En 1848 se pintan y doran los retablos, tanto del altar de Santa Engracia como del Santo Cristo, se hace nueva mesa de altar y cuatro confesionarios entre otras cosas con un presupuesto aproximado de 420 rs.v. En 1974/5 y durante varios fines de semana los vecinos y grupos de montañeros la restauran nuevamente en auzolan, salvándose así, por enésima vez, de la amenazante ruina que asolaba a su enorme espadaña. En esta restauración se conservaron las losas originales de barro macizo del suelo,

A la basílica de Santa Engracia, Santa Engrazí, acuden romeros cualquier día del año. Su fiesta principal es el día de Santiago si bien los ancianos dicen que en su juventud se celebraba la romería el mismo día de la Santa titular (16 de abril) como se venía haciendo tradicionalmente pero que debido al mucho trabajo que había en el campo en esa época del año, decidieron cambiar el festejo al 25 de julio. Lo cierto es que ese día suben cientos de peregrinos por la empinada senda tallada en la piedra y oyen misa en la ermita por los difuntos del barrio junto con una comida de hermandad. Luego, las campas de la iglesia y venta se llenan de romeros y la fiesta continúa hasta el anochecer.

Gurutzi Arregui informa que la ermita de Santa Engracia es muy visitada en cualquier época del año por las madres que llevan a sus hijos que tienen dificultad de hablar, ofrendando velas y rezando el rosario. Tiempo atrás, se tocaba a “conjuro” cuando amenazaba tormenta y hasta los años sesenta se tocaba a muerto o hil kanpoia cuando fallecía alguna persona de la zona.

 

BIBLIOGRAFIA

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