jueves, 3 de mayo de 2012

 LA IMPORTANCIA DE ANALIZAR LA MÚSICA


Así como la palabra hablada es la materialización del pensamiento, y el sonido del lenguaje es la materia con que contamos para comunicarnos, la música es la materialización de los estados emocionales.

Escuchamos música romántica cuando estamos enamorados, buscamos música alegre para una fiesta o para celebrar un acontecimiento, ponemos música triste si nos encontramos melancólicos... Elegimos entre todos los sonidos aquellos que se ajustan a nuestros estados de ánimo y preferimos los que van con nuestra forma de ser o simplemente por identificación con circunstancias particulares del momento. La música es extraña, a veces la eliges, otras veces te elige ella. En algunos casos la buscas y en otros te encuentra ella.

A lo largo de los años la música ha sido considerada como un lenguaje universal, pero esta concepción ha cambiado. En la actualidad el concepto más aceptado es el de “fenómeno universal”. Fue Humberto Ecco (crítico literario, semiólogo y escritor) uno de los primeros en pronunciarse al respecto, diciendo que la música no es un lenguaje universal porque carece de contenido semántico. Al no tener un significado concreto, no se puede entender por todos de la misma manera, cada oyente la interpreta de distinto modo. Pero no por ello se puede negar que la música sea un lenguaje, ya que es comunicación y expresión. Es un lenguaje hecho arte, más expresivo si cabe que la propia lengua. Es creada por un compositor, transmitida por un intérprete, escuchada y recreada por los oyentes que la percibimos, aunque sea de diversa forma, incluso atribuyéndole significados que ni siquiera el autor hubiese imaginado. Tal como dijo Aldous Huxley: “la música expresa lo inexpresable”.

El arte musical tiene tanto poder de transmisión de sentimientos e ideas que se utiliza en la actualidad en todos los medios de comunicación. La música es un arte que desarrolla nuestras capacidades cognitivas, psicomotrices y afectivo-sociales, la sensibilidad hacia lo estético en general y hacia el fenómeno sonoro en particular.

Teresa Berganza afirma : “El canto y la música es árbol frondoso, sus ramas alcanzan el cielo y sus raíces se hunden hasta lo más profundo de la tierra”

Mientras el sol siga alumbrando, mientras el viento sople sobre la tierra y el canto de los pájaros alegre el paisaje, habrá música.

Por otro lado y aún cuando podamos deleitarnos con la música y dejarnos embrujar por ella sin conocer sus tecnicismos como nos ocurre a los legos cuando escuchamos jazz o las sinfónias de Beethoven por poner unos ejemplos, lo cierto es que la escucha consciente de cualquier obra nos aporta sensaciones por partida doble. No quiere decir esto que cuando escuchemos música, debamos convertirnos en profesionales. Los amantes de la música somos eso, personas que la amamos y gozamos con ella, que disfrutamos emocional e intelectualmente la belleza y la perfección de la obra de que se trate, no que seamos capaces de hacer un análisis minucioso y crítico de lo que estemos escuchando, aunque en nuestro camino aprendamos mucho de una cosa y de otra.

Aún así, “escuchar buena música” es, además de disfrutar, despertar lo que tenemos dentro, desarrollar nuestra capacidad de gozo y de comprensión, es fortalecer nuestras facultades de entendimiento y para ello tenemos que escuchar mucha música con inteligencia, con agudeza y con sensibilidad.

Cuando escuchamos una obra musical, ¿percibimos todo lo que está pasando?¿se desarrolla en nosotros un deseo imperiosos de familiarizarnos con la obra? ¿la reconocemos cuando se repite? ¿la reconocemos cuando la escuchamos tiempo después, incluso en medio de otras melodías? ¿nos es posible predecir cómo va a continuar la obra?... Son sin duda muchas interrogantes, y muchas son las competencias que debemos perseguir.

El plano sensual es el modo más sencillo de escuchar la música, escuchamos por el puro placer que nos producen los sonidos musicales mismos, sin pensar en ellos, sin analizarlos; quedamos inmersos, por fuera y por dentro en los sonidos, y comenzamos a sentir una especie de estado placentero. Pero la música no es solo evasión, como tampoco es una ensoñación y no debiera aislarnos del medio que nos rodea. El atractivo del sonido es una fuerza irresistible y de alguna manera primigenia, primaria, que viene con nosotros desde nuestros orígenes, pero el plano sensual, por importante que sea, no constituye todo el asunto. Incluso dentro del plano sensual, es importante mantener una actitud consciente y analítica en absoluto reñida con el sentimiento.

Begoña Urrutia

1 comentario:

  1. Es gratificante leer estos comentarios que suscita la música.
    Y el poder compartir entre compañeros,en este blog, las distintas emociones que despierta este arte maravilloso, que afecta a lo más hondo de nuestros sentimientos.

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