El japonismo de Van Gogh
La apertura japonesa en la Era Meiji –a mediados
del siglo XVIII- supuso la llegada a Europa de numerosos objetos nipones que
cautivaron a coleccionistas y artistas. Esta moda, denominada “japonismo”
sedujo a Europa, favoreciendo el desarrollo de grandes colecciones, como, por
ejemplo, la de grabados japoneses de Vincent Van Gogh, de los que se inspiró, e
incluso copió, sobre todo durante la época de su estancia en París, donde se
instala con su hermano Theo, en Montmartre, en 1886. Esta influencia se refleja
en sus obras (observación de la naturaleza, retratos de medio cuerpo con mucho
color, uso de colores fuertes y planos…) y en su pasión por los grabados ukiyo-e.
La primera obra en la que plasma esta influencia
nipona es “La cortesana de Eisen”.
Posteriormente pinta otros cuadros japonistas como “Puente bajo la lluvia”, “Retrato de Père Tanguy”, “La Mousmé” o “Almendro en flor”.
El 21 de febrero de 1888 se desplaza a Arlés
y a partir de ahí acaba con la influencia del japonesismo.
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